domingo, 6 de mayo de 2018

CONSEGUIR LO QUE QUIERES: Fundamentos
Neurocientíficos.-
                                               Dr. F. Antonio Bera Bautista
                                                                                 Psicólogo.

( Nota: El contexto bibliográfico de este artículo se fundamenta
mayormente en las Éticas Aristotélicas y en la Neurociencia, sobre
todo en el libro "Cómo tomamos las decisiones J.A. Palma, Neuró-
logo de la Universidad de Navarra, y otras fuentes).


"solo es inmensamente rico aquel
que sabe limitar sus deseos"
(Voltaire)


La capacidad apetitiva de las personas, es infinita.
Y cuando son las apetencias las que mandan, la vida deja de existir como actividad y conocimien-
to, para ser un mero tormento por conseguir algo
o una frustración por no lograrlo.            Impulsados por nuestros deseos y necesidades organizamos planes de vida para obtener bienes o
bienestar, ordenar la vida hacia un fin, porque nadie está en el mundo sin un por qué ni para qué,
sin un sentido ni finalidad.

Cada día que depunta el sol "nos disponemos a tomar las armas para salir al encuentro de las olas", con la mejor disposición de nuestro cuerpo,
la salud, los mejores medios que disponemos y
con las mejores acciones que cada uno es capáz,
provenientes de sus posibles virtudes.
¿Con qué fín? pues estar bién, vivir bién, tener una
vida buena y eso es lo mismo que ser felíz.

Sobre esto dijo Solón (638-558 ac), considerado
como uno de los siete sabios de grecia: "no se de-
be considerar felíz a nadie mientras viva y sueña,
sino sólo cuando haya alcanzado su fin, pues nada
incompleto es felíz, ya que no es un todo."
Conforme a esta tesis de Solón, es en el logro de 
una finalidad donde es posible encontrar la felici-
dad. Puesto que nada es más placentero que con-
seguir lo que se desea.
Pero debido a la cantidad de factores que no pode-
mos controlar, la elección de metas es una de las
operaciones más delicadas de la inteligencia, entre
muchas otras cosas, porque el deseo y la razón no
siempre armonizan. El principio del placer, frente
al principio de la realidad.

Como se demuestra cotidianamente, estamos dis-
puestos a dejarnos todo lo mejor de nosotros mis-
mos en el frenético e incontenible deseo por con-
seguir algo, la salud, la familia, los amigos, la pa-
tria. La vida en jornadas extenuantes de trabajo, lo
cual dota al deseo, de poderes como ningún otro fenómeno, o bién el deseo impulsado por necesi-
dades reales o por aquellas producto de caprichos.
conseguir muchas cosas está santificado por la so-
ciedad, como valor fundamental. 
¿Y cuál es la razón de  ese imperativo deseo
por conseguir cosas, para obtener satisfacciones?
¿Una manera de ser? ¿porque nuestra atención y
voluntad así lo determinan? pues la cosa no se
queda ahí. No es cuestión personal sólo. Esto
tiene su base cerebral, concretamente en el de-
nominado núcleo "Accumbens", donde están las neuronas de la recompensa y el placer, que
si nuestros comportamientos y actitudes sobre es- timulan, nos inclinan al deseo y a  la posesión com pulsiva de conseguir cosas para obtener placer.

Entonces  dotamos de razón aTeognis, poeta ele-
gíaco del siglo Vl ac, quien dijo que "todo hombre
está dominado por la penuria". En el caso de la neurología, dominado por el núcleo Accumbens
del cerebro. En este sentido dominado por la bio-
logía y no por la autonomía perfectible de la con-
ducción de sí mismo. Y esto también tiene su ba-
se cerebral, concretamente en la corteza prefrontal
que estimulada intencionadamente por nosotros
mismos, permite evaluar y controlar los deseos 
instintivos, basándonos en experiencias y con-
textos específicos. Entonces, las emociones y la
búsquedas compulsiva de placer pueden saturar
y bloquear la corteza prefrontal impidiendo su
correcto funcionamiento, contribuyéndose así a
ser  portador de un cerebro desequilibrado, des-
compensado, no sólo a una personalidad y manera
de ser.

Asi, en la medida en que nuestros impulsos y ape-
titos van determinando los escenarios de la vida,
nos parecemos más a las fieras que a un ser huma-
no, porque a las fieras también les pertenecen los
impulsos y apetitos en sus capacidades de determi-
nación, pero al ser humano el discernimiento, la
deliberación, la elección. Las fieras actúan de ma-nera imperativa y los hombres pueden elegir y mo-
derar cuando la sensatéz impera. Por ello, se podrá observar en muchos conflictos, incluidos los que
dan orígenes a guerras cruentas, que ellos representan un enfrentamiento entre fieras, y en el mejor de los casos, un diálogo de serpientes.


¿Qué quiere el deseo? satisfacer una necesidad, para obtener placer. Y como el placer es una meta
a la que tienden todos los seres, entonce es fuente
poderosa de aliento de toda clase de esfuerzo,
máxime aún cuando es manera de evitar, de huir de su temido contrario, el dolor.
En el apabullante deseo de conseguir algo, encon-
tramos fundamentos científicos a lo que alguien
dijo,"el hombre actual está perdido en su propia
abundancia", lo demuestra un experimento reali-
zado en la universidad de Columbia de N.Y., los
sujetos a los que se les ofrecían cientos de opcio-
nes, estaban menos satisfechos con sus decisio-
nes y se arrepentían más, en comparación con 
los sujetos a los que se les ofrecía sólo un núme-
ro limitado de opciones.

Si en la acción de elegir se produce esto, ¿y cuan-
do ya poseemos algo, ocurre algo similar? por ex-
periencia propia todos podemos afirmar que si.
Que exista un trasfondo de callada frustración, no
sólo por lo que poseemos, sino porque eso mismo
al existir con diferentes característica, ya nos está
condicionando la permanencia  del deseo y por tanto la insatisfacción, que da orígen a la continui-
dad infinita de seguir queriendo más, la misma
cosa pero con distinta característica, u otras con
mejores.
total que los que tienen mucho o casi todo, en ellos habitará la insatisfacción tanto como los
que  tienen poco o casi nada. Vaya dilema.
Pero que sin el, no se encendería la chispa que
mueve la sociedad de consumo, el frenesí de las
relaciones comerciales y dinerarias. Consigas lo
que consigas, antes o después, es el sentimiento
de insatisfacción o de frustración el que impulsa-
rá hacia la búsqueda de nuevas cosas, o de la
misma cosa con diferentes prestaciones. Y así
hasta el infinito.
Pero como decía Goethe en su Fausto: "Ni la
posesión, ni el poder, ni la satisfacción sensual,
pueden realizar el deseo del hombre de encon-
trar un sentido a su vida".
Pero, además de implicaciones cerebrales y neu-
roquímicas, respecto a querer cosas, conseguir cosas, puede que se trate de una tendencia que
ya estaba presente en la niñéz.
Hay estudios serios que confirman que niños con
menor concepto de sí mismos eran más materia-
listas que el resto de los niños. Lo que abre la
posibilidad de que un exceso de tener esté asocia-
do a un peor concepto de sí mismo, que no se haya puesto de manifiesto y condicione negativamente
a la hora de conseguir lo que se quiere, e incluso
de cara a las satisfacciones, o ser más o menos feliz. Dato este importante a tener en cuenta en
la educación de los niños, además el siguiente:
Existen investigaciones que ponen de manifiesto
una relación entre el consumo de producto de lujo
y volverse más egoísta y que una mayor limitación
en los excesos favorecen a experimentar una mayor responsabilidad social.

A la hora de tomar decisiones hacia conseguir algo, resulta trascendente conocer que la capaci-
dad de decidir está en la corteza cerebral, concretamente en el lóbulo frontal, que permite evaluar las diversas alternativas,  y esta no ma-
dura plenamente hasta la tercera década de la
vida, me refiero a la corteza cerebral, un poco tar-
de, por lo que en condiciones de desarrollo normal
las decisiones en etapas tempranas tienen mayor
probabilidad de desacierto que en etapas avanza-
das, sobre todo las  que sean más trascendentes.

En definitiva, la corteza prefrontal (cpf), es la re-
gión cerebral de mayor importancia a la hora de
delimitar las bases neuronales subyacentes en la
toma de decisiones hacia querer conseguir algo.
Una lesión en esta área implicaría una incapcidad
en este sentido. Por ejemplo, los pacientes mues-
tran incapacidad para alterar sus decisiones en re-
lación con una tarea, a pesar de resultados negati-
vos desventajosos. Pero algo más, se produce
una alteración en una de las funciones más impor-
tantes para las relaciones humanas como es la
empatía.

Es posible que una de las razones importante de
el por qué  a directivos "bién pagados" con cifras astronómicas, y es porque ello contribuye decididamente a que se vuelvan más egoístas, se
centren en ellos mismos y se "olviden del mundo",
es decir, sean personas menos empáticas, respecto
al conjunto de la sociedad y por tanto a funcionar
con un cerebro descompensado.

Pero que quede claro, que la necesidad de afecto
siempre será mayor que cualquier necesidad, si
esta es sustituida o ignorada.
El afecto estimula el sistema dopaminérgico ce-
rebral que hace sentir genial a la persona, con ma-
yor calidad que el dinero y las cosas.



En condiciones normales, conseguir algo suele
costar esfuerzo, tiempo, dedicación para obtener
el medio de lograrlo, es decir, trabajo y más tra-
bajo, y en ello se le va la vida a casi todas las gen-
tes, porque aúnque no se suele plantear así, con-
seguir lo que se quiere implica no sólo vender la
fuerza de trabajo, sino la propia vida junto a su
bién más preciado, la libertad de vivir. Por lo que
aquél con mucho, al que consideramos como un 
héroe digno de imitar, suele ser no menos que un
gran desgraciado perdedor de sí mismo y de sus
bienes supremos, encumbrado en las ruinas de sus
"riquezas". Sobre ello, reflexionó Marx cuando di-
jo: "El trabajador pone su vida en el trabajo, y su
vida no le pertenece a él, sino al objeto".
Una devaluación del mundo humano y una hiper-
valoración del mundo de las cosas, creciendo cada
día de forma exponencial, y con ello, la degrada-
ción de la persona y de sus relaciones, sostenido
por un sentido miserable de la vida.

Lo que se quiere, lo queremos ya. Esto lo saben
muy bien los experto en marketing, publicidad y
endeudamiento de masas, es decir, en "grilletes"
para que nadie dude en convertirse en sus escla-
vos, y de sus necesidades y de las cosas que quiere
ya!!. Creándose dos monstruos devoradores de vida, uno, el acreedor, y otro el del deseo que nún-
ca se detiene ni se sacia. 

Está demostrado experimentalmente que la capaci-
dad para tener paciencia, aplazar las gratificacio-
nes inmediatas y centrarse en el éxito a largo pla-
zo , es vital para lograr objetivos, por lo que cul-
tivar la paciencia y la autodisciplina, es crucial.
Con ello se estimula (y ejercita) la corteza pre-
frontal lateral del cerebro, encargada de inhibir conductas impulsivas, para generar paciencia,
además maximizamos los beneficios.
También quedó demostrado que tanto la paciencia
como la autodisciplina, en alumnos, predice mejor
su futuro éxito académicos que las puntuaciones
de los tests de inteligencia. Dato este importante
para ejercitar la contención y la impulsividad, cuando se es una presa del deseo compulsivo.


¿Y por qué cuesta la paciencia? además de razo-
nes culturales, sociales, personales, está nuestra
fisiología, como hemos comentado en párrafos
anteriores. ¿Y qué tiene que ver con la paciencia?
pues mucho y sin que ud. se percate de ello.

Cuando se desea intensamente algo, se tiene la
espectativa de beneficio, está demostrado neuro-
lógicamente que aumenta la segregación de cor-
tisol, hormona relacionada con el estrés. Ello no
deja de ser un estímulo químico cerebral, al que
se puede tender a buscar inconscientemente, gene-
rando más deseos, impúlsandole a escenarios de
posibles consumo. Por lo que tanto los comprado-
res compulsivos, como el deseo de tan sólo pasear-
se por una tienda, puede ser motivado por una ne-
cesidad inconsciente de liberar cortisol, al cual de algún modo se sea adicto.

¿Y que sucede con la paciencia? está demostrado
en experimento con neuroimágenes, que se esti-
mula (o ejercita) la Ínsula, región cerebral relacio-
nada también  con la toma de decisiones instinti-
vas. Las personas con lesiones en esa área, tienen
grandes dificultades para tomar decisiones rápi-
das e instintivas.
La función ejecutiva que suele ser necesaria para
conseguir algo que queremos, implica el estímulo
y con ello el ejercicio del lóbulo frontal de nuestro
cerebro, imprescindible para el éxito de lo que nos
proponemos. Esta función ejecutiva engloba la ca-
pacidad para planificar y  para corregir deficien-
cias o errores. Su desuso o abandono resulta ne-
fasto para desarrollar facetas importantes de la vida. Sobre todo cuando esta función es sustituida
por un exceso de confianza en sí mismo, autoesti-
ma e irrealidad, como le ocurre a la mayoría de 
las personas, en situaciones puntuales. Y tal como
se confirma en estudios, las personas confiadas no
suelen ser las más exactas. Sí es cierto que las per-
sonas con exceso de confianza suelen vivir más fe-
lices, les resulta más fácil tomar decisiones difíciles y ante los demás parecen más creíbles.
posiblemente producen más hormona oxitocina,
a través de la cual se regula la confianza en los
demás.


Respecto a diferencias entre sexos, en cuanto a la
toma de decisiones, estas son manifiestas entre los
hombres y las mujeres, porque sus estructuras cerebrales son distintas (dato relevante, junto a muchísimos más que la ciencia contradice a los defensores de la "doctrina de género", con sus 
disparatadas afirmaciones), y podrían desempe-
ñar un papel las hormonas sexuales.

Las mujeres tienen una mayor aversión al riesgo,
y los hombres, sobre todo los jóvenes, sufren un
mayor exceso de confianza. Ello implica al miedo y a la prudencia, que neuronalmente están regula-
dos por la amigdala cerebral.

Gracias a la neurociencia, hoy sabemos que en la
toma de decisiones también intervienen factores
emocionales. De modo que en ellas es necesario
un equilibrio entre la razón tranquila y delibera-
tiva, lógica y la intuición rápida, instintiva y las
emociones. O sea que el equilibrio entre ambos
sistemas racional y emocional, resulta decisivo
para el éxito de lo que nos proponemos.
Por lo que la ciencia neurológica contradice la
creencia generalizada de tomar decisiones "frías
y calculadas" estrictamente.
La realidad que demuestra es que la ausencia de emociones, puede generar procesos erróneos en la toma de decisiones.

Aclaremos el concepto "intuición" como lo re-
gistra la neurología que este se produce, no como
una elección o decisión que tomamos casi mágica,
pues se ha demostrado que es el resultado de conocimientos previos almacenados en el cerebro y evocados de manera inconsciente.

De cara actuar hacia un fín concreto, cuidado que
tal vez no se esté decidiendo lo que realmente se
piensa, por lo que es conveniente meditar unos
segundos antes, ya que estudios sorprendentes 
demuestran que en muchas ocasiones llevamos a
cabo acciones por razones que no son las que real-
mente creemos. Aúnque afirmemos que estamos
actuando conforme a lo que pensamos o desea-
mos.
¿Qué queremos todos? ser felices. Y la felicidad
es un fín perfecto, puesto que si la adquirimos no
tenemos ya necesidad de ninguna otra cosa.
La felicidad es entonces el mejor de los bienes humanos, y para ser felíz es necesario vivir conforme a las virtudes, para poseer el mejor de
los bienes, no conforme a las cosas, a los imperati-
vos de irresistibles apetencias, del deseo de más
y más, sino de la actitud de ser mejores personas, con la firmeza y la seguridad en sí mismos, porque sabemos hacia dónde nos dirigimos, qué necesita-
mos, qué queremos. Armas y blindajes poderosísi-
mos contra la adversidad. 

Para terminar permitidme recordarles una frase de
Antoine de Sant Exupéry, autor del famoso libro
"El Principito": "El mundo entero se aparta cuan-
do ve pasar a un hombre que sabe a dónde va".

Gracias por vuestra atención.


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