miércoles, 24 de diciembre de 2014

                               PUÑALES QUE SE CLAVAN EN
                               TU CORAZÓN. 
                          ¿Como te las arreglas mientras sangras?
                                                                                                                                   
                                                                                               Dr. F. Antonio Bera Bautista
                                                                                                                Psicólogo
                                        
  "Quien con monstruo lucha, cuide
 de convertirse a su vez en mosntruo,
 porque cuando miras largo tiempo a
un abismo, el abismo también mira  
dentro de tí" (Friedrich Nietzsche)                                                  
                                                    
                                                                   

El odio como generador de sentimientos profundos de re-
pulsión hacia otra persona, hasta el extremo de desear des-
truirla, aniquilarla o que los peores males caigan sobre ella.
De ese modo se instala en el interior como una fuente corro-
siva de infelicidad, perfectamente detectable en las investi
gaciones neurológicas, puesto que existe un patrón claro de
actividad cerebral, que ocurre cuando las personas están
experimentando odio, concretamente en el polo frontal y de
forma bilateral en la ínsula media del cerebro humano.

El odio no es justificable desde el punto de vista racional
porque atenta contra las posibilidades de diálogo y construc-
ción común.
Muy hermandado el odio, con el deseo de venganza de quien
haya hecho algo malo sufra el mismo dolor infligido. Acto
este, que en la mayoría de los casos causa placer a quien lo
efectúa, debido al sentimiento de rencor.

En el pasado feudal de japón, la clase samurai, mantenía el 
honor hacia la familia de su señor feudal a través del asesi-
nato vengativo o katakiuchi. Estos asesinatos tambien podían
involucrar a familiares del ofensor. Hoy el katakiuchi se lleva
a cabo de manera pacífica. Pero la venganza es una parte 
importante de la cultura japonesa.
La islandia medieval también contempla la deuda de sangre
o viglodi, un derecho amparado por la ley y defender la per-
sona y el honor.
El objetivo de algunos sitemas legales está limitado a la "jus-
ta"venganza.
El sistema legal moderno occidental usualmente establece como
objetivo, la reforma o reeducación de quien comete un delito.
Aún en estos sistemas, la sociedad es concebida como víctima
de acciones criminales y la venganza de tales actos es una parte
importante del concepto de justicia.
Los psicólogos han descubierto que la frustrada expectativa de
venganza puede llevar a la victimización.
El proverbio, la venganza es un plato que se sirve frío, proviene
de una novela del siglo xv111 , titulada las amistades peligrosas,
escrita por el oficial frances y general del ejercito, Pierre choder-
los de lacios. El placer que puede originar la venganza es consi-
derable desde el punto de vista personal o ético, puesto que
el vengador se sumerge en un sentimiento de odio y rencor, y
la venganza aparece como un desaogo.

En las sociedades modernas, la venganza no está permitida ni
tampoco se acepta la ley del talion. Por lo que pueden ser conde-
nados los que pretendan tomar la justicia por su propia mano.
En el "Hamlet"de william chakespeare, por ejemplo, la trama
de esta obra de teatro, transcurre en dinamarca y relata los
acontecimientos posteriores al asesinato del rey hamlet, por 
parte de su hermano claudio. El espectro del muerto se revela
a su hijo para pedirle que se vengue. A partir de ahí se desarro-
lla una intensa historia donde la venganza, la traición, el inces-
to y sobre todo, la corrupción moral, son protagonistas.

En una de las grandes obras de la literatura, el Conde de 
Montecristo, de Alexandre Dumas, utiliza la venganza como 
eje de la trama.
En la cultura griega, la diosa de la venganza, llamada "Némesis"
se encargaba de castigar los excesos de los seres humanos 
que perturbaban el equilibrio universal.
Del mismo modo, en todas las culturas antiguas existió una 
cierta religiosidad respecto de la venganza. Posteriormente
con la fundación del "derecho" la venganza comenzó a  ser
considerada como un acto negativo y ruin que no colabora
con el bién común y por ello es motivo de condena.

Así pues, cuando surge la percepción de resistencia al cumpli-
miento de la voluntad individual, sea cual sea el contexto o mo-
tivos, aparece la frustración, cuyo término se aplica a las 
circunstancias que dan como resultado la falta de satisfacción
de una necesidad o un motivo (withaker, 1989), dando orígen
a sentimientos autodestructivos que se manifiestan con
ansiedad, rabia, depresión, angustia, ira. Haciendo que la
persona sea más propensa a la agresión, a la violencia.
Cuando se ha experimentado un sentimiento de ofensa y este
sentimiento permanece con el tiempo, entonces adquiere iden-
tidad y relevancia el resentimiento o el rencor. Malestar que
se hace profundo e impide disfrutar de la vida, haciendo más
daño el rencor que la ofensa recibida.
Por ello decía don Jacinto Benavente, dramaturgo español, 
que el mal que hacemos es siempre más triste que el mal
que nos hacen.

El rencor es un sentimiento peligroso que causa desequi-
librios y enfermedades, hace como la venganza, sentirse
bien practicando el mal. Gongora decía que nunca el rencor
y la venganza producen contentos. Y dan combustibles para
una larga lucha (Dochanlu).
Donde hubo dolor, se respira rencor, no sólo se pierde la
calma, sino también el alma, y si aún hay dolor, siempre
habrá temor (Alesandro masariegos). Aquellos que por 
amor hoy sienten rencor, se liberan de la hostilidad al sentir 
y decir, "te sigo queriendo a pesar del rencor."
Puede traspasar la vida emocional y producir un impacto
en la salud concretamente trastornos hepáticos (el hígado es
el órgano del enojo), gastritis, rigidéz articular generalizada,
con dolor, contracturas, artritis, artrosis.

Pero si con tal de situarnos por encima de los demás, fingien-
do cualidades o sentimientos contrarios a los que verdadera-
mente se tienen, como manera de compensar el sentimiento
de disminución que suelen producir los descritos anterior-
mente, para situarse en la sobrevaloración de sí mismo por
encima de los demás hasta el envanecimiento, y la creencia
de que todo lo que se posea es superior. Situandose así la per-
sona en una falacia que la hace frágil, vulnerable, y no fuerte
como quiere pensar. Estamos ante la soberbia, que como decía
Francisco de Quevedo, "la soberbia nunca baja de donde sube,
pero siempre cae de donde subió."
Este sentimiento tiene la peculiaridad de esconderse entre
las virtudes, por ejemplo, la persona muy preocupada de que
se haga justicia, pero movida por poderosos sentimientos de
odio, de rencor o de venganza. O bien, defendiendo la verdad
a toda costa no importa si con ello atropella o humilla a otros
o actuando con una serenidad exquisita y escrupulosa, puesto
que sólo él sabe como se interpreta todo. Exige exactitúd y
rigor con una actitúd orgullosa y generalmente despectiva con
los demás. Y si su empeño es enseñar, sus consejos son los
mejores, siempre dice las cosas por el bién de los demás, pater-
nalista, haciendo sentir al aconsejado su superioridad y sufi-
ciencia en una maniobra de aparentes virtudes, en las que
en realidad, va empaquetada la soberbia.

Hasta en la generosidad se oculta, en la persona que lo regala
todo con obsequios magníficos, aparatosos.
En general, la soberbia no muestra su cara, siempre está
bajo una máscara, al acecho, observando a escondida entre
cualidades para no ser descubierta.

Hay un estado mental o sentimiento en el cual existe dolor,
mucho dolor, o desdicha. La Envidia.
La envidia por poseer uno mismo lo que tiene el otro.
La RAE lo define como tristeza o pesar del bién ajeno.
Es considerada por el cristianismo como pecado capital, porque
genera otros pecados. Es decir, la madre de muchos males, 
puesto que el término capital no se refiere a la magnitúd del
pecado, sino que da orígen a muchos otros males y rompe con
el amor al prójimo.
Dante alighieri, en el poema de "el pulgatorio" la define como
amor a los propios bienes pervertidos al deseo de privar al otro
de los suyos. El castigo por las envidias es el de cerrar sus ojos
y cogerlos, porque habían recibido placer al ver a otros caer.

En la edad media, el famoso cazador de brujas, el cardenal
Peter Beasballe, atribuyó a la envidia el demonio llamado
leviatán, un demonio marino que era sólo controlado por Dios.
En el ámbito psicoanalítico, la envidia es definida como un
sentimiento experimentado por aquel que desea intensamente
algo poseído por otro.
La envidia daña la capacidad de gozar, porque destruye los
sentimientos de amor, ternura o gratitúd.
La persona envidiosa es miserable, nunca queda satisfecha 
porque siempre encontrará a otros a quien envidiar.
Vive para estar pendiente de la vida del otro, de los que siente
agobio por cada uno de sus triunfos, mostrando así signos graves
de enfermedad.
Bernar Russell, sostenía que la envidia es una de la más poten-
tes causas de infelicidad. Siendo el más desafortunado aspecto
de la naturaleza humana, porque aquel que envidia, no sólo
sucumbe a la infelicidad, sino que alimenta el deseo de pro-
ducir el mal a otros.

La envidia ha inspirado muchos relatos literarios, como el de
caín y abel que aparece en el génesis de la biblia. 
Miguel de Unamuno afirmaba que era el rasgo de carácter más
propio de los españoles, en su nobela "Abel sanchez".
Famosos envidiosos de  la historia son Antonio Salieri, Judas,
Hitler.
Aparece reflejada en el arte, pintada por Jean Jouvenet en 
"Rennes", en el cuadro del consejo del parlamento y por 
Francisco le moine, en versalles, en el cuadro "la divinización
de hércules"
En cuanto a la iconología, los griegos habían divinizado la 
envidia, porque en su lengua phlohnos es masculino. Los
romanos la hicieron diosa e hija de la noche. La compararon
a "anquila", pues estaban en la creencia de que este pez tiene
envidia de los delfines. Que el nombre envidia significa el que
no ve con buen ojo.
Los griegos le daban también el nombre de mal de ojo, y
para librar a sus hijos de la influencia de este genio, tomaban
con el dedo índice el cieno que había en el fondo de los
baños y señalaban sus tiernas fuentes. Esta supertición per-
manece entre los griegos modernos, los cuales temen la 
envidia o el mal de ojo.
Rubens la pintó en londres y en uno de los cuadros de 
luxemburgo, bajo la figura de una mujer muy flaca y de
una palidéz extrema.
Poussin, ha pintado este monstruo mordiendose el brazo
y sacudiendose las serpientes que rodea su cabeza.

Pero, en definitiva, es el tiempo que levanta la verdad abatida,
y arroja por tierra la envidia.

No podemos abandonar este tema sin citar el miedo. Este, 
cuando escapa a su finalidad y utilidad primaria, produce
verdaderas catástrofes en la vida de las personas. Fue 
aprendido por los primeros habitantes de la tierra y forma
parte del esquema adaptativo del hombre. Es necesario 
porque posibilita evitar algo doloroso ya que es un mecanis-
mo de defensa que está tallado en el adn de los seres humanos.
Así que desde el punto de vista biológico constituye un 
mecanismo de supervivencia y defensa.

Desde el punto de vista neurológico, consiste en la activación
de la amigdala situada en el lóbulo temporal del cerebro.
Desde el punto de vista psicológico es un estado afectivo,
emocional para la correcta adaptación del organismo al
medio.
Desde el punto de vista social y cultural puede formar parte
del carácter de la persona o de la organización social. 
Desde el punto de vista evolutivo es un cumplimiento y una
extensión de la función del dolor. 
En el 2010, salió a la luz el caso de una mujer estadounidense
de 44años, con la amigdala completamente dañada por una
rarísima enfermedad genética, era incapáz de sentir miedo.
La expusieron ante serpientes, arañas venenosas, películas
de terror, sanatorios abandonados supuestamente habitados
por fantasmas. Caminando de noche por un parque solitario,
le pusieron un cuchillo en la garganta: "te voy a matar, puta",
siguió andandocomo si escuchara la traviata, la mujer sin
amigdala cerebral, una región del tamaño de una almendra
donde se almacena el miedo. Preventivamente en ella se guar-
dan durante décadas los recuerdos de las vivencias traumá-
ticas sufridas a lo largo de la vida.
Pero quede claro que se trata de una emoción caracterizada
por una intensa sensacion desagradable por la percepción de
un peligro real o supuesto. Aqui en lo de supuesto, es donde
el miedo produce sus mayores catástrofes en la vida de la 
persona que ha enfermado de miedo.
Freud en su teoría del miedo hablaba de miedo real o miedo
neurótico, cuando la intensidad del ataque de miedo no tiene
relación ninguna con el peligro. Y de esa manera convertir
el miedo en estandarte de la vida, lanza y escudo frente a 
cualquier situacion de forma indiscriminada, que lo convier-
te en una emoción pervertida muy lejos de sus finalidades
adaptativas.

¿Entonces que?

¿Ud. leyó el artículo bajo la luz de las estrellas?
Pues como ha podido ver, este sería bajo el manto de las
tinieblas.
Fundamentar la vida en el primero, es fortaleza, luz, esplendor,
y justicia natural.
Fundamentar la vida en el segundo, es debilidad, enfermedad,
oscuridad, sangre y muerte.

Si, desafortunadamente, es ud. de los que se desangran, no tendrá
que morir para conocer el infierno, porque ya, por experiencia, vive y consume su vida en el, sino completamente, si entre 
algunas de sus llamas.





Gracias por vuestra atención.