domingo, 7 de enero de 2018

                     LA PROSTITUCIÓN DE LA VERDAD.-
                                                                        Dr. F. Antonio Bera Bautista
                                                                                                                           Psicólogo


"la verdad triunfa por sí misma,
la mentira necesita siempre
complicidad" (Epicteto de
Friga, filósofo grecolatino
55-135)




En vuestras soledades, confiad al cielo y a la
tierra las desdichas, cuando el alma mordida
por la desgracia flota entre nubes de lamentos,
preñada de gemidos, henchida de dignos sufri-
mientos. Allá en los fondeaderos de las penas,
ella sabrá elevarse con magestad, bordada con
hilos de gloria, sobre las cenizas de los campos
de concentración del odio, de la mentira, del
infortunio, que hayan cubierto de espinas las
plantas de los piés, que sacará una por una Maya,
hija de Atlas, madre del dios Hermes, heraldo
de los dioses olímpicos y protector de los caminos.

Tu verdad no; la verdad, y ven conmigo a bus-
carla. La tuya guárdatela (Machado).
La realidad objetiva permanece siempre, no
desaparece cuando se deja de creer en ello. A
diferencia de la realidad subjetiva, que sólo exis-
te mientras se crea que existe.

Lo que una persona experimenta todo el día no es
necesariamente real. Y así, la vida transcurre entre
lo real y lo ilusorio.
Pero la verdad actuará como un poderoso aliado
a cada instante de los desvelos, a veces como es-
cudo y otras veces como espada. Y cuando es 
agredida en formato de propaganda, la herida es
inminente, y si es demasiado débil para defender-
se tendrá que pasar al ataque (B. Brecht).

El hundimiento de la verdad, sería a última hora
el hundimiento del hombre mismo, o bién, su muerte, es la muerte del hombre mismo (Subiri).
Una vez que el hombre se instala en la mentira,
deja de ser un hombre completo, porque queda
configurado por ella.
La verdad tiene el carácter de presentarnos la rea-
lidad como es efectivamente. Lo verdadero es lo
que es (S. Agustín). Su solidéz y seguridad nos
proporciona confianza. Una gran aliada de la paz.


La inteligencia consiste en la aprehensión de las
cosas en su forma de realidad. Digo, la inteligen-
cia inteligente.
De ahí que la filosofía antigua y medieval acertara
en considerar que la verdad consistía en la adecua-
ción de la inteligencia a las cosas. Adecuación quiere decir que entre lo que yo digo y las cosas,
no hay discrepancia. Kant no discutió nunca la 
exactitud de la defnición de la verdad como con-
formidad del pensamiento con las cosas.
Por tanto, comprender es un modo especial de ac-
tualizar la realidad en la inteligencia, puesto que
su función primera consiste en hacerse cargo de
la realidad.
Por el contrario, la función principal de la estupi-
déz es agredir la verdad, insultar la inteligencia
como atributo primario del entendimiento humano.

De un lado tengo las cosas, de otro lado tengo
el entendimiento que afirma o niega algo de ellas.
Si el conocimiento se elabora con el método cien-
tífico, entonces el conocimiento se llama ciencia.
Y la verdad derivada, verdad científica.
Es esta pues, la única vía fiable para el discerni-
miento de lo que es o no es verdad.

La verdad como concepto  entra en la historia de 
la filosofía por primera vez en el siglo VI con 
Parménides de Elea, confiriéndole un carácter de
rotundidad
La verdad es lo que "es" y  "no es" (Aristóteles),
A es A, A no es B. Ser y verdad son idénticos. Y
ahí entra don Enmanuel Kant, al considerar el en-
tendimiento como capacidad de emitir juicios ver-
daderos acerca de las cosas tales como éstas se nos
presentan. Así, tales como éstas se nos presentan.
Fundamento de la ciencia, que pretende separar la
realidad de una ilusión de la realidad, de manera
objetiva e inteligible.

Así que el concepto de verdad está muy empatiza-
do con el de fidelidad. La verdad encara la realidad. La mentira huye de ella, y a más deprisa
cuando choca con nuestras creencias.
Verdad significa "así es". Vinculada al hombre lanzado dentro de la realidad, henchido de reali-
dad, que busca presentarnos ésta como es efecti-
vamente, para instalarse en la verdad y quedar
configurado por ella (Subiri).

Únicamente desde sus escenarios es posible com-
batir la superchería y la charlatanería, al reino de
la mentira, que tantos males acarrea.

Decía Platón, eso de la verdad es justamente 
rectitúd. Y entendía por entendimiento, la capaci-
dad que tiene la mente humana de enunciar con
verdad ciertas cosas de la realidad.
Sófocles (495-406 a de c), fué más lejos al decir
que la verdad puede más que la razón.
La rectitúd templada por la inteligencia. Y si la
verdad es sólo posible respecto a la inteligencia,
la mentira lo es respecto a la estupidéz. Y cuando
nace de la propaganda o del adoctrinamiento, se
apodera de la persona hasta estrangularla casi por
completo.

Los estudios de disonancia cognitiva (separación
del pensamiento inteligente y la realidad), han mostrado que cambiar el comportamiento para
hacerlo acorde con la información (o a lo verda-
dero, en su caso), es difícil para muchas personas.
¿Y cómo resuelven este dilema? pues contándose
mentiras para no cambiar de comportamiento.
La disonancia cognitiva de la que habla Fastinguer
como ese estado de tensión y conflicto interno que
se produce cuando la realidad choca con nuestras
creencias, renunciándose a la honestidad intelec-
tual por el "propio bién".
Y así la verdad deja de considerarse como algo
independiente de nuestras opiniones, sentimientos,
emociones.
La verdad no hace tanto bién en el mundo, como
el daño que hacen sus apariencias, (F.Rochefoucauld). Centremosnos ahora en los
escenarios donde la verdad aparece prostituida.
Puesto que toda violación de la verdad no es sola-
mente una especie de suicidio del mentiroso, sino
una puñalada en la salud de la sociedad humana
(Emerson).

Para el diccionario Oxford la palabra del año
2016 es "post-truth", "posverdad", para la que la
objetividad no es relevante, sino la creencia que se
genera y las emociones que hagan sentirse bien.
Se trata de una tercera categoría entre la verdad
y la mentira.
Para algunos es sencillamente mentira.
Un hecho ficticio es aceptado de antemano simplente por encajar con nuestros esquemas mentales y porque nos emociona.
"No me hables de verdades, sino de las cosas
que yo quiero escuchar y  hagan sentirme bién,
no importa si se trata o no de falsedades".
El fenómeno es terrible. Porque implica la más burda negación de la persona, la desaparición de
la realidad natural y social manifiesta, una cruen-
ta negación del indivíduo inteligente, el triunfo de
la perversidad de la sin razón, como condicionante
de las relaciones entre personas y de estas con la
realidad, el estrangulamiento de los valores de 
integridad y excelencia, hacia donde debe dirigirse
la conciencia humana, la libertad y la paz como
valores de supremacía social y por tanto el bienes-
tar de todos los pueblos y naciones.

La información falsa pasa a ser la materia prima
de la posverdad y esta debe encajar con un discu-
so que genere fuertes emociones, para que sea considerado como válida, sea cierto o no, porque
simplemente nos representa o nos conmociona.
A diferencia de la mentira, la posverdad suele con-
tar con un aparato propagandístico y mediático poderoso que la respalda y hará todo lo posible para hacer que las falsedades parezcan explicar la realidad, al menos que no 
parezcan mentiras.

Es decir, algo que aparente ser verdad es más
importante que la verdad misma. Se dice que
el orígen del término posverdad, se atribuye a 
David Roberts, quien usó el concepto en el 2010,
cuando lo definió como una "cultura politica"
(la opinión pública y la narrativa de los medios
de comunicación), que se ha vuelto totalmente
de la cultura pública (la sustancia de lo que se
legisla).

Para el diccionario oxford, el término fué usado
por primera vez en un ensayo de 1992, por el dramaturgo serbio-estadounidense Steve Tesich
en "The Nation", de New York, Dijo, escribiendo
sobre la guerra del golfo: "Nosotros como pueblo
libre, hemos decidido libremente que queremos
vivir en algún mundo de posverdad.
Pero la realidad es muy distinta, la verdad y la
libertad, como hemos sugerido, aparecen estre-
chamente relacionadas con nexos de causa y efec-
to. El error no libera, más bién esclaviza.

El director de la Real Academia Española (RAE), acaba de anunciar que el término posverdad apa-
recerá como neologismo en la versión on line del
diccionario de la lengua española (DLE).
A parte de la dictadura del relativismo y la
doctrina de género, ejemplos de tres fenómenos de masa más destacados de posverdad en el mundo de hoy son:

El Brexis, la elección de Trump y el Independen-
tismo Catalán en España.
Este último es el más grotesco, pues supera a sus
dos competidores por su especial virulencia y per-
versidad, por su demostrado y manifiesto efecto
destructivo, que sostiene la indigente sociedad ca-
talana que lo apoya, víctima de unos líderes con un relato "político" simple e infantilizado, de
buenos y malos, a cambio de promesas a todas lu-
ces irrealizables, que sin haber sido los más vota-
dos en las recientes elecciones autonómicas, vol-
verán a gobernar para asombro de todos.


Digámoslo con claridad:
los tres escenarios más representativos hoy de la
prostitución de la verdad, sus líderes, proxenetas
de la verdad, y las instituciones que representan
convertidas en prostíbulos de la verdad.
Pero, esos que no quieren ser vencidos por la
verdad, al final serán vencidos por el error (s.Agustin).
Entonces, ¿qué es la posverdad? ¿la mentira?
no. Es la prostituta de la verdad. ¿y los seguidores? sus clientes. Buscadores de placer
emocional y pasional en los qué creer.

En los tres escenarios indicados, y en Cataluña
en especial, se ha instalado el reino de Eris, diosa
griega de la discordia y el odio, y la hija de ésta
Ate, que representa la ruina y la insensatéz.
En todos ello se iza la bandera de la libertad.
Se dice que en 1973, cierto personaje que cruzó
por delante de la estatua que los revolucionarios
franceses habían eregido a la libertad, estas fueron
sus palabras:
"Oh liberté, que de crimes on commet on ton
nomb".
Sustituyamos la palabra libertad por verdad.
Pascal tenía razón, es cierta la frase suya:
"Quien hace el mal con mayor plenitúd es el
que lo hace con buena conciencia y quien lo 
hace más alegremente".
Es que además de no sentirse culpables de nada,
sienten la satisfacción de estar cumpliendo con
con un deber sagrado, de estar sirviendo con la
mayor fidelidad posible a un ideal.

Es en lo que dijo Eurípides en su Medea donde
quedan muy bién retrataditos los proxenetas de la
verdad:
"Si los dioses hacen el mal, es que no son dioses".
 A ver si por una vez se dicen las cosas claras,
¿no le parece a ud.?


 Gracias por vuestra atención.               Articulo afín a éste:
                                                               "El Esplendor de la Verdad"

















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