lunes, 19 de diciembre de 2016

                                   ¡ A SANGRE Y FUEGO!
                                                                
                                                     (INSPIRADO EN FEDERICO GARCIA LORCA. DEDICADO A TI)


                                                                                                                                                           Dr. F. Antonio Bera Bautista
                                                                                                                                                                             Psicólogo

¡Anda! camina en silencio con una estrella de
poder en tu frente, bajo un sol radiante que
llena de oro cada paso de tu senda.
Las brisas del horizonte van a tu encuentro,
erguido, gallardo te mueven las melodías de
las arpas de los vientos, te acompañan tus 
pensamientos, las glorias adormecidas de tu
tu corazón de fuego.

Despliegas las velas de tu alma, y ¡anda! 
¡camina! sin detenerte ante las llamas de
lo imposible, de lo irrealizable o ante la 
ausencia de algo de lo que todo dependía,
con espíritu excelente que ahuyenta a su
paso tristezas, desamor, negativismos.
No sean estas tus sombras, sino tan sólo
contigo las de tus antepasados amados que
te rodean y te besan. Aquellos besos, aque-
llas palabras de amor verdadero que aún
resuenan en las entrañas de tu alma, y en
ocasiones, sientes que enroscan tu garganta.

¡Anda!¡camina!que te sujeta el genio que 
todo lo puede. El tiene en sus manos el
arco romano, que tensa rugiente la flecha
certera cuando das todo por perdido o
cuando la nostalgia te envuelve en mantos
de amarguras.
¡Anda! ¡camina! pero no cabizbajo ni dolien-
te, con espíritu fuerte y apasionado, inútil
para el odio y el desamor.
Retomas las luces de tus ojos, que los hacían
brillar como estrellas que chisporrotean en el
infinito. Son ellos, convertidos en cirios, que
te salvarán del abismo del aturdimiento, de 
los ponzoñosos lagos de las amarguras y el
hastío.

¿Te han arañado las garras del desencanto,
de las maldades, de las bajezas? ¡anda!
¡camina! levanta hacia el cielo el cáliz de
la alianza con lo supremo, brindas con los
heraldos de Dios, ellos te cobijarán con 
cánticos, durante los trances de tu corazón
y de tu alma.

Si lloras, ¡lloras fuerte!, que tus llantos atra-
viesen las nubes, transportados por los rayos
del plenilunio, hasta los oídos de Dios. Y del
crepúsculo del misterio del infinito, descende-
rán rocíos de bendiciones entre lienzos tibios
de magnolias, camelias y azucenas, mirándo
hacia lo alto, de donde llegan tus fuerzas,
perfumes de consuelo.
No bajes la vista porque las lágrimas se des-
licen por tus mejillas, cuando a tus pasos, 
tus piés pisen las hojas del crepúsculo otoñal
del desamparo.

¡Anda! ¡camina! si te detienes a deshojar
flores de melancolía, visiones de ruindád y
pequeñéz, entonces un brio fiero te empuja
y una mano que sale del infinito sujeta la
tuya, se dulcifican tus penas y te levantas
de nuevo, victorioso, de entre un amasijo
de dolor e inquietúd y un extraño brillo, en
tu camino triunfal, desciende de una estrella
lejana y desconocida que se adueña de tu
espíritu apasionado y lo envuelve en un 
manto de éter y piedras preciosas, que se
engarzan en tus pensamientos, en tu imagi-
nación creativa, artífices de dulcísimas
idealidades que espolean tus pasos, cuando,
corriendo la suerte de los espíritu excelentes,
apuraste el vaso de amargos desengaños y
encontraste hasta en lo sublime y verdadero
mentiras escondidas, que hicieron imposible
el olvido.

¡Anda! camina! con alma de gigante, henchida
de bondad y amor, blanca e inmaculada, que
flota sobre las podredumbres y huye despavo-
rida del sarcasmo y la ignominia.
¿Sientes que se debilitan tus fuerzas y te al-
canzan las negruras de las tristezas?
tranquilo/a, nunca la alegría fué protagonis-
ta de grandes azañas, de la transformación 
del mundo ni de la comprensión intensa de la
vida.
¡Que tu andar avivan las llamas de tu corazón
de fuego! mientras la naturaleza reza por tí y
recibes su aliento como soplo de vida, cuando
todo es tristeza pesada y profunda.
¡No te detengas! tú que llevas escrito en tu 
frente: "eres corazón de corazones, sangre de
fuego, cerebro de la música, sollozos de vio-
lonchelo, fruta suprema del corazón y la
verdad". Porque en el fondo de tu alma hay
una luz que no se extingue, una hoguera que
no se apaga, y en tu andar, los colores del
crepúsculo te llenan de dulzura celeste y a 
tu corazón de brisas de bondad.

¡Anda! ¡camina! que no te atrapen las sendas
de desconsuelos, vaguedades, oscuridad e
ignorancia, puesto que en cada sol que  trans-
curre se fortalece tu esperanza frente a la
infamia y la apoteosis de la crueldad, capaces
de coger la gloria del amor eterno y crear fuer-
zas que amordacen la conciencia.

¡Anda! ¡camina! que del horizonte te llegan
los brotes de una paz infinita, que te hacen
atravesar luminoso/a esos matorrales de las
incongruencias y las maldades, de los mons-
truos que juegan con tu corazón, de los eter-
nos comediantes del mal, de esa multitúd
fría y sin alma, ladrones de frac e ignorantes
de fé, que en nombre de esta, cubren sus
maldades en un cristo crucificado, tomando
su luz y haciéndola oscuridad, todos caba-
lleros del bufido y la espada, fratricidas y
sanguinarios, que han deshecho y encarne-
cido el verdadero Dios, y han convertido la
cruz en símbolo de engaños y mentiras.

Esos nuevos fariseos de crímenes impúdicos
que han robado la grandeza de ese que vió
al mundo con un inmenso corazón. ¡Que la
estrella gigante de su alma caiga sobre sus
templos irrisorios! para que su nombre quede
en el mundo blanco marmóreo rodeado de 
un sublime perfume de eternidad, ese cora-
zón de sol al que se le adora hipócritamente
y enseñan a odiar refinadamente al que no
es de sus ideas, desde sus instituciones 
perversas y de sacrilegios. Si bien es cierto
que hay quienes lo aman con un alma
cubierta de esmeraldas y topacio.

¡Anda! ¡camina! con un corazón henchido
de piedad, que la persona grande mira donde
no miran los demás. Sin temor alguno a lo
imposible, porque la base de lo genial es el
dolor profundo de las cosas que se creen 
irrealizables, del misterio de lo insondable.
Por las dulzuras de los caminos de acacias
y de luna, y en la impaciencia, abrázate a la
espera, que esperando, el nudo se deshace
y la fruta madura.

¡A sangre y fuego! envuelto en las inextin-
guibles llamaradas de las virtudes, ¡valiente
peregrino! que herido y polvoriento vas en
tu andar y cuando las negruras exteriores
sean cada vez mayores, más resplandeciente
tu luz interior, más firme tu mirar hacia el
infinito, sin una soberbia, sin una protesta,
ni siquiera ante lo imposible, por inmensas
que sean las sacudidas exteriores, continua-
rá con ese algo que expresarse no puedes,
hasta que el gran cisne galante se pose sobre
tu frente durante tus caminatas de esplendo-
res, luchando por tus derechos divinos, los
derechos que tienen tu alma, mientras esté
encerrada en tu cuerpo, hasta que la mano
que habrá de venir circunda de primavera
 tu cuerpo y lo convierta en destellos de 
luces de libertad, esa luz que es luz de cora-
zón eterno, que encendieron tus caminos
de sangre, fuego y sufrimientos férreos.

Caminos de mar, de túneles, de austeri-
dad franciscana, de corazón, de inquietud,
de paz, de tormentos, de Dios y de Belcebú. 

Para al fin, llegar en carruaje dorado tirado
por los caballos de Minerva, Venus y 
Afrodita a un pedestal invisible, entre los
cánticos inefables de vírgenes con arpas
de luna, faunos de rosas y aromas del
más allá. Y bajo este reino de lumbradas...
¡andando!¡caminante! llegaste inmenso,
inmaculado y luminoso hasta la puerta
del supremo amor de Dios.


Gracias por vuestra atención.



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