viernes, 5 de febrero de 2016

                 "DIME CÓMO HABLAS Y TE DIRÉ QUIEN ERES".-
                                                             Dr. F. Antonio Bera Bautista
                                                                                                           Psicólogo
                         "CUIDA TUS PALABRAS NO
                          SEA QUE LUEGO TENGAS
                          QUE TRAGARTELAS"




"En el principio fué la palabra y la palabra era Dios"
(Juan 1: 1, según la luz).
Las palabras contienen la calidad del pensamiento, la
amplitud de la inteligencia, la visión que se tiene de la
vida y de los demás, las condiciones en las que se pro-
ducirán los sentimientos y las emociones, la dirección
que ha de tomar la conducta y hasta la vida, en términos
de éxitos o fracasos. Casi nada.
Así que medite y mejore su atención e interés en ellas.
Una tarea, que como podrá ud. ver a continuación, sí
merece la pena.

Con la inmediatéz de los nuevos medios y la premura
de contestar, cuanto antes mejor, nos saltamos a la
torera todas las reglas de la gramática y los signos 
ortográficos. Se cae en menos palabras y peor escritas,
con la consiguiente repercución, en las capacidades y
aptitudes, la comunicación correcta, el buen entendi-
miento y la solución de problemas.

Es un placer escuchar una persona hablar con fluidéz
verbal, de manera rítmica y con las pausas necesarias,
mientras se expresa, con un buen dominio del tema que
trata.
Del mismo modo que la calidad de la oratoria nos impacta,
también sucede con la escritura ante los ojos del lector.

Podemos afirmar que "las palabras no se las lleva el
viento, quedan engarzadas en nuestra mente y en
nuestro corazón".
Con ellas podemos crear el más bello sueño o destruir
todo a nuestro alrededor, puesto que "la pluma es
más poderosa que la espada, solo si el cerebro que
la guía sabe empuñar la palabra".
Podemos hacer que otros tomen decisiones, cambiar
su actitud o hacerles creer algo imposible.

Es gracia a la palabra que se puede manifestar todo
lo que se siente y se es realmente; puesto que ellas
contienen una de las fuerzas más poderosa que posee
la humanidad para hacer el bién o el mal.

Queremos bienestar, paz, felicidad, pero por nuestra
boca podemos declarar lo contrario.
Todos sabemos que una palabra puede hacer más
daño que un puñetazo, o que un corazón abatido
salga del pozo de la desesperación.
Así que, su uso apropiado es una responsabilidad
ineludible.
Con una palabra de amor o solidaridad se puede
conseguir que una persona desista del suicidio, y
así cumplir con la función de intencionalidad de
la palabra, en este caso, de confortar, apoyar.

No somos impecables con el uso de la palabra,
y muchas veces no somos conscientes de ello.
Ser impecables significa no usar la palabra contra
sí mismo o contra otros, más bien, en dirección
de la verdad y el respeto.
La función de la palabra escrita u oral es la de informar,
orientar y persuadir. Pero con un mal uso puede que
no se consiga el objetivo que se persiga. Bien porque
nuestro mensaje sea ambiguo. Cuando hablamos, este
tipo de errores se puede corregir en el transcurso de
la comunicación. Pero cuando escribimos, es difícil
evitar confusiones.

Las malas palabras son groseras e indecentes, y cuando
se trata de una forma peyorativa de dirigirse a otro,
se denomina insulto, siendo su finalidad ofender.
Sin embargo, cuando se hace un buen uso de la palabra
en sus dos máximas expresiones, se da muestra de
cultura, nivel intelectual e identidad.
De igual manera, cuando se incurre en errores de pro-
nunciación y ortografía, que puede implicar, incluso,
un desprecio hacia otro.

En cuanto a la pobreza léxica, esta no sólo afecta el
idioma y la comprensión durante la comunicación,
sino que además empobrece el pensamiento y la
inteligencia
Nos apoderamos de la realidad a través del lenguaje,
que va a la par con el desarrollo del pensamiento y
nuestra capacidad para comprender el mundo e
interpretarlo.
Los expertos coinciden en que se abusa de verbos
como "hacer", "dar", "decir". "dar lástima" en vez
de "inspirar lástima" "dar golpes" en vez de 
"propinar golpes".

Según el profesor E. Paredes García, los errores de puntua-
ción son innumerables y en internet son legión.
Hoy nos manejamos más que nunca con el lenguaje
escrito y los signos de puntuación son decisivo para
dar sentido a lo que queremos expresar.
Por ejemplo, no es lo mismo decir:
"Si necesitas algo pídemelo por favor" que "si nece-
sitas algo, pídemelo, por favor.
También es común los errores de sintáxis y las im-
propiedades en el uso de muchas palabras. Una
muy frecuente es la palabra "incidencia"que original-
mente significa "riña" o "pelea", pero que se utiliza
para referirse a cualquier contratiempo. O "inaudito"
que se utiliza como sinónimo de "insólito", pero que
en realidad se refiere a algo nunca oído.
También muchos errores verbales, no se dice:
"Salir de aquí", sino, "salid de aquí". 
Redundancias, como decir: "colofón final", pues 
un colofón, siempre es un final.
Muy frecuente escuchar o leer: "beber líquidos",
pues, solamente podemos beber líquidos, "chatear",
que es beber chatos (vinos).

Se observa mucho deterioro en la base de la base de
la comunicación escrita, afectando la ortografía,co-
locándo la palabra donde no se debe (basta un paseo
por las redes sociales).
La capacidad para comunicarse bién se ha convertido
en crucial, porque afecta notoriamente las relaciones
sociales, laborales y las soluciones de conflictos.
Con la excusa de la inmediatéz, lo que reflejamos es
grado de cultura y educación.
Un vocabulario pobre y pesimista, está reflejando
eso mismo de nosotros. Puesto que, como hemos dicho,
muestra la dirección que toma la acción que tienen
las palabras que decimos. Es por eso que pensar antes
de hablar tiene mucho sentido.
Incluso en la etapa del desarrollo infantil, las palabras
tienen un gran impacto neuronal, que a veces, es terri-
ble, con el poder de determinar el destino del niño.
Por ejemplo, "no debiste haber nacido".
De nuestras palabras puede depender en gran medida
nuestro futuro.
Así, que empecemos a cuidar la vida, si lo deseamos,
cuidando las palabras, que transmiten la imágen de
nuestra personalidad y manera de ser. Que sí, que ya
lo sabemos, pero se olvida.

No podemos evitar la referencia de uno de los fenó-
menos más impactantes del uso de la palabra, que
distorsiona enormemente la comunicación y sobre
todo las relaciones: "el perísmo".
Eduardo Sacheri, autor de la novela "El secreto de sus ojos"
dijo algo muy interesante: "El pero es la palabra más
puta que conozco". "Te quiero...pero..." "podría ser...
pero..." "no es grave...pero...".
"Una palabra de mierda (Diego Armario), que sirve para 
dinamitar, lo que podría haber sido, pero no es".
Una sola palabra que no significa nada en sí misma,
es la que sirve para desdecirnos en nuestras promesas
y compromisos o poner en cuestión todo nuestro 
discurso anterior.

"Pero" es el término más utilizado por quienes incumplen
sus promesas o por los que tienen la intención de no
comprometerse".

Es importante tomar en cuenta, que por el uso masi-
vo del lenguaje escrito, la retórica clásica concebía
la letra como un depósito de sonido. Tanto el sonido
de la palabra, como el rítmo de las frases, pueden
pasar totalmente desapercibidos en el texto escrito,
y debido a ello se producen frecuentes dificultades
de entendimiento.
Además de leer la palabra y entenderla, el lector es
forzado a oírla interiormente.
La palabra escrita requiere una relación más objetiva
y reflexiva. El ojo sustituye al oído. Por ello, la 
palabra hablada acerca y la palabra escrita aísla.

Pues esto es todo. Claro que hay mucho más. 
Ahora ud. medite un poco más cuando se exprese,
no olvide que en lo que ud. dice o escribe, se
muestra, se delata, y muchas veces, se denuncia. 



Gracias por vuestra atención.





                                                                 

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