martes, 24 de marzo de 2015

             IMPACTOS TRAUMÁTICOS DE LA EMIGRACIÓN.-
                                           
                                                 Dr. F, Antonio Bera Bautists
                                                                                      Psicólogo

"Mi sueño es el de Picasso., tener
mucho dinero para vivir tranquilo
como los pobres"
(Fernando Sabater, filósofo español)



Formar parte de una sociedad es un proceso muy
largo y muy costoso en todos los sentidos, que se
realiza a través de la socialización, durante la cual
una persona aprende e interioriza los elementos
socioculturales de su medio ambiente.
Estos se integran en la estructura de la personalidad,
bajo influencia de experiencias y de agentes sociales
significativos, la familia, la escuela, los grupos socia-
les de referencia, las instituciones, etc. se asimila una
cultura común, con sus normas, creencias, valores,
costumbres.

Gracias a todo ello el indivíduo puede relacionarse con los
demás miembros de la sociedad, adquiere una identidad
y un profundo sentido de pertenencia a su territorio.
Es la construcción de la ciudadanía natural.

La emigración es un proceso con extraordinario poder
destructivo de esa identidad, del sentido pertenencia
y de ciudadanía natural de una persona, nacida y educada
para ser un miembro significativo de su entorno.
Pero la fortaleza, la resistencia que tiene esa ciudadanía
natural para dejar de existir, es infinita e invensible.

Abandonar casas, familias, amigos, tierra, oficios, 
profesiones, costumbres, tradiciones, culturas, idioma,
estatus social, contacto con el grupo de pertenencia,
etc., para dirigirse a buscar un trabajo o tal vez mejorar
la vida, o tal vez no se sabe que, es uno de los procesos
que posee uno de los niveles de estrés y duelos más
intensos, que pueden llegar a superar la capacidad de
adaptación de un ser humano y hasta la fortaleza que
suele exhibir el inmigrante, su elasticidad para aguantar
adversidades y frustraciones.

sufrir el Síndrome de Ulises (J.Achostegui), héroe grie-
go que padeció innumerables adversidades y peligros 
lejos de sus seres queridos.
Un conjunto de síntomas psíquicos y somáticos que se
enmarcan en el área de la salud mental, dando orígen
a ese Síndrome del inmigrante con estrés crónico y
múltiple, quien tiene que  aprender a vivir en dos
sitios y a querer de otra forma, con el corazón dividido
y los sentimientos fragmentados.

Hay tres componentes importantes en la edificación
de un ser humano: las raíces, la lengua y las normas 
sociales. Al inmigrante le pueden ser negadas las
tres.
De este modo, el fenómeno de la inmigración posee
una contundencia en el plano existencial, difícil de
comparar, acaso sólo el exilio puede ponerse al mis-
mo nivel.
Con la experiencia de la inmigración se pone en 
juego cuestiones esenciales para una persona como
es el sentido de pertenencia, "desgarros", "rupturas",
"volver a empezar", "echar nuevas raíces", "inte-
gración", son palabras y expresiones que forman
parte habitual del lenguaje empleado por los inmi-
grantes a la hora de narrar su propia vida, seriamente
marcada por el estrés y el duelo que todo ello le 
conlleva.
Un colectivo en el que confluyen unas condiciones
excepcionales, es el de los cubanos, quienes inmersos
en un sistema político social atípico, marcados por
unas ideología comunista, hace un poco menos lleva-
deras las añoranzas, inseguridades y escollos de la
emigración. Sobre todo por el peso de la culpa por
diferenciarse, porque ellos viven en una sociedad
donde todos deben ser iguales y donde las diferencias
se persigue y censura: "los gusanos piensan diferente".
Al tomar la decisión de irse de cuba, la persona se
convierte, por elección propia, en todo aquello que
la sociedad donde ha vivido rechaza: la individuali-
zación y la persecución de sueños propios.
Por lo que su estrés, su duelo,tendrá connotaciones 
especiales.

Se entiende por estrés,"un desequilibrio sustancial
entre las demandas ambientales percibidas y las
capacidades de respuestas del sujeto" (Lazarus,1984)
y por duelo, "el proceso de reorganización de la
personalidad que tiene lugar cuando se pierde algo
significativo para el sujeto".

El principal problema que de entrada se enfrenta el
inmigrante, es la discriminación percibida y su inte-
gración plena en la sociedad de acogida, más aún
cuando los fenómenos de racismo y xenofobia van
en aumento, puesto que el inmigrante se vive a sí 
mismo como un sujeto constantemente fuera de lugar,
ya que el lugar donde ha nacido y desarrollado es la
indubitable pertenencia.
El inmigrante tendrá que recorrer un largo y sufrido
trayecto para, tal vez, integrarse y sentir que la propia
identidad forma parte, de alguna manera, de la socie-
dad de acogida. Cuyos códigos de conducta social
son diferentes y en ocasiones hasta ofensivos respecto
de los propios.

Con esta confrontación con lo diferente, se avivan
invisibles lazos de pertenencia, que habían permane-
cido en estado latentes o a penas habían sido perci-
bidos como propios, y el inmigrante recupera o re-
valoriza tradiciones, costumbres, que no había seguido
en su propio país de orígen.
La condición de inmigrante se convierte en el hecho
biográfico central (¿de dónde eres? ¿no eres de aquí?
¿por qué estás aquí?, etc.) y el punto de partida de
conflictos de identidades ante nunca imaginados.
Cualquier detalle de la conducta, del aspecto, de sus
hábitos, de su hablar, de su acento, lo delatará conti-
nuamente como diferente, como extrangero.
Viéndose, así, obligado a reforzar la identidad de 
orígen, que los propios interesados mantenían "en
estado de apagada somnolencia". Iniciándose en un
complicado proceso de identidad mestiza o trans-
nacional, con muchos impactos negativos en su 
personalidad, que lo empujan a plantearse la manera
de cómo se posiciona frente a su grupo cultural
de orígen y frente al grupo de acogida y cómo este
grupo de acogida reacciona ante él, incluyendo 
actitudes extremas que en ocasiones son racistas, o
cualquier tipo de actitudes de rechazo, de algunos
sectores de la población del nuevo país.

Contribuyendo a generar sentimientos de inferioridad,
dificultades de adaptación social y penurias relacio-
nales que afectan el desempleo, estigmatización,
haciamientos, violación de derechos humanos. Todos
estos y otros factores de vulnerabilidad del inmigrante.

La suma de acontecimientos vitales que pueden lle-
gar a ser traumáticos y el sobreesfuerzo físico y 
psíquico que supone adaptarse a cambios, junto a 
los sentimientos de soledad y desarraigo, configu-
ran factores predisponentes al desarrollo de tras-
tornos psicopatológicos, que van desde los Síndromes
depresivos a los trastornos de ansiedad, fracasos 
escolares o la psicosis en el inmigrante y su familia.
De tal manera que la emigración puede llegar a ser
un fosa muy pesada para las personas queridas que
se dejan.
Familias fragmentadas y niños que deben habituarse
a no ver a sus padres, generalmente por tiempo muy
prolongados, divorcios, ya que la emigración es uno
de los fenómenos que más ha contribuído aumentar
las separaciones y daños, muchas veces irreversibles,
en los vínculos entre padres e hijos.

Todos los inmigrantes, aquellos que dejan sus países
voluntariamente o aquellos que se ven forzados a
buscar asilo o refugio político, aquellos que vienen
de lugares cercanos o lejanos o aquellos que son
hombres, mujeres, jóvenes o viejos, ricos o pobres,
sufren en alguna medida, alguna forma de pérdida,
pena o duelo, con características especiales que la
distinguen de otro tipo de pérdida. Generando en el
inmigrante emociones contradictorias: tristeza o 
alegría, ausencia y presencia. Un duelo, un estrés 
perpetuo debido al impacto social: rupturas y desin-
tegración familiar, separaciones de amigos, cambios
de ocupación generalmente a peor, de estilo de vida.
Impacto linguístico: para los que tienen que aprender
un nuevo idioma y para los que no en cuanto a la va-
riaciones de significados a veces comunes, a veces 
esenciales. Impacto ambiental: en cuanto al clima,
horarios, política, todo es diferente. Impacto psicológico:
estrés psicosocial por esfuerzo de adaptación.

En el siglo XV1, Maimonides, describió la "enfermedad
de la nostalgia" que producía muchos síntomas somá-
ticos y emocionales, entonces concluyó que la única
cura era retomar al enfermo a su país natal.
Estos mismos síntomas de palpitaciones, llanto, tics,
temblores, lamentos, etc. aparecen en el inmigrante
del siglo XX1, y en consecuencia en aquellos miem-
bros de la familia afectados por la pérdida.

Johan Hofer, médico suizo del siglo XV11, había su-
pervisado un grupo de soldados que, pensando todo 
el día en su tierra, manifestaban signos de depresión
y otros síntomas como pérdida de apetito, hiperven-
tilación, ansiedad e incluso fiebre, tan pronto como
los soldados regresaban a casa los síntomas iban
desapareciendo.

La gente y los lugares queridos están físicamente
ausentes y al mismo tiempo están agudamente pre-
sentes en la mente del inmigrante.
Si emigran con sus hijos, para los que se quedan el
sufrimiento se multiplica y estos también sufren
dificultades de adaptación, especialmente en lo que
se refiere a su escolarización, produciendose retra-
sos y fracasos escolares.
Si se produce la persuasión de una persona sobre
otra, entre los persuadidos, pero no del todo conven-
cidos, suelen encontrarse los niños, las mujeres que
siguen a sus maridos o novios, o al revés, las personas
mayores que acuden al llamado de los hijos, sea para
ayudarles o para ser ayudados.
Estos indivíduos que se sienten robados de iniciativa,
generalmente tienen más dificultades de adaptación 
que aquellos que activamente deciden emigrar.
Creándose una pobre red social, nefasta para la
salud mental.
Es el caso de la pérdida del estatus social y cultural
de muchos, por ejemplo, un profesor de escuela que
se ve obligado a trabajar de jornalero, o una enfermera
que debe trabajar de camarera, ello contribuye al 
deterioro de su autoestima entre otras consecuencias.

La euforia y el optimismo en los primeros momentos
en la nueva cultura, lleva a minimizar los efectos, en
función de altas espectativas de éxito, que llevan al
inmigrante a centrar su atención exclusivamente en
los aspectos positivos de la nueva cultura, desaten-
diendo los negativos, hasta llegar hacia el tercer año,
la desilusión paulatina, atención a los aspectos negativos
de la nueva cultura, crítica y cinismo, nostalgia del país
de orígen y atención exclusiva de los aspectos posi-
tivos de la cultura de orígen, rechazo a la cultura de
acogida que puede llevar a la resistencia de adapta-
ción y a la marginación.

Entonces...

¿Cree Ud. que merece la pena la tragedia de la 
emigración a cambio de algunas mejoras económicas?

Pues, no hay nada en la vida, ni en el mundo por lo
que se de tanto a cambio de tan poco, como la emi-
gración. Que no encuentra justificación sólida ni tan
siquiera en la pobreza más extrema, si, así como lo oye,
tan sólo cuando la integridad física está amenazada.

Lo de la prosperidad, lo del progreso o lo del desarrollo
económico de comunidades, debería encontrar otra
forma de realización, y las hay, que no sea a través de
la tragedia humana de la emigración.
De este mercado de la indignidad, la deshonra y la
humillación de familias enteras que a cambio de algo
más de comodidad se desprendieron de sus mayores
riquezas, de sus grandes tesoros: su vida, su alma y su
tierra natal.
Por lo que aprovecho esta ocasión para felicitar a esas
personas valientes y llenas de decoros, que resisten en
las estrecheces, en las dificultades, antes de colocar sus
cuellos al patíbulo de la emigración, a cambio, no se sabe
exactamente de qué ni para qué, y renunciar a ser un 
ciudadano y un ser humano de primerísima categoría,
allí en lo más preciado de su vida: su país natal.


GRACIAS POR VUESTRA ATENCIÓN,









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