martes, 10 de marzo de 2015

                       EL BESO QUE TE PARTIO EL CORAZÓN.-
    
                                                                      Dr. F. Antonio Bera Bautista
                                                                                                                           Psicólogo

"Besos que vienen riendo, luego
llorando se van, y en ellos se va
la vida que nunca más volverá"
(Miguel de Unamuno, filósofo
y escritor español)

Clavaste tus ojos justo allí en la zona del cuerpo
con mayor número de terminaciones nerviosas
directamente conectadas con el cerebro: sus labios.
Te acercaste y lo besaste. El rítmo de tu corazòn 
se asceleró de 60 a 110 latidos por minutos, con
ello, la respiración y la presión arterial, en medio de
una lluvia de hormonas que cayó en tu cerebro, 
inundando todo tu interior.
Fué el detonante que inició tu ruina. 
Convencido/a que besabas a un angel, besaste a un
demonio.
El drama quedaba servido. 
Por las razones que sean, el amor no es correspondido,
incompatible o sencillamente no complementario.
La cantidad e intensidad de sufrimientos que se pue-
de experimentar causa gran frustración, que puede
llevar a comportamientos autodestructivos o a rea-
lizar actos demenciales. La razón es que se activan
las mismas áreas del cerebro que se ponen en fun-
cionamiento cuando se experimenta dolor físico.
Es por ello que el desprecio, por ejemplo, duele
tanto. Más aún después de haber besado de forma
dulce, tierna, exquisita y haber sentido admiración
y necesidad de ser correspondido.

A partir de ahí se tiende a una culpabilización y al
flagelamiento emocional y con ello a destruir la auto-
estima.
La cosa se complica a nivel mental, puesto que 
diferentes estudios demuestran que merma el coe-
ficiente intelectual, la memoria a corto plazo y la
capacidad para tomar decisiones.

Fué aquel beso, maldito beso, en el que se produjo
entrega de las cosas más hermosas que se llevan 
dentro de sí, se encendieron todas las luces de la
pasión, vibraron las emociones y se clavó la persona
en los sentidos (tacto, gusto, olfato) y dejan el cora-
zón herido, dolido, dañado. Conflicto que suele
vivirse como "duelo psicológico", que según Freud,
una vez finalizado el duelo, la persona afectada
queda en condiciones de transferir los afectos del
objeto amado perdido, a otro objeto, sin dejar ras-
tro en su psiquismo, olvidando a la persona alejada
y amar otra nueva con igual intensidad.
Años después, Freud debió reconocer que la sus-
titución de un objeto amado por otro, nunca era
total, pues un objeto único, no puede ser reempla-
zado por otro, aúnque también sea único.
En el fondo, cuando mucho se lograba reconocer
la pérdida, pero no aceptarla plenamente.
Condición psicológica esta que explica las dificul-
tades para entregarse plenamente en términos sen-
timentales a una nueva relación.

Pero fué en la mucosa oral de aquella persona,
durante aquél maldito beso, donde empezaron 
los rayos, los truenos de la tormenta que azota al
corazón. A causa también de la liberación de hormo-
nas sexuales que incrementaron los niveles de 
satisfacción personal, que produjo el beso maldito.
Chispa de lo que ha podido ser hoy un amor no corres-
pondido, cuyos efectos, encima, puede durar décadas
y desencadenar comportamientos obsesivos, tal como
el acecho, el acoso o la persecución, incluso, cuadros
de hostilidad extrema.

En escritos antiguos se habla de una Febris Amatoria
o Icterus Amantium, como enfermedad producida
por el amor contrariado. Una experiencia sufriente,
tortuosa y desdichada que hace caer en el masoquismo
y en la depresión.

¿Cómo es posible que algo tan exquisito, tan dulce, tan
tierno, tan emocionante, como aquel beso, haya termi-
nado por convertirte en una persona irracional, negada
a la realidad y con la inteligencia disminuída?

Después de haber cerrado los ojos, fundidos los labios
en un abrazo apasionado, con las pulsaciones cardíacas
a tope. Pero ¿qué pasa? Si eres un hombre, las heridas
se hacen más hondas, porque los besos de ella llevan 
"veneno", al ser más suave, más íntimos, activan más
receptores y mandan más señales al cerebro. ¿lo sabías?
Mientras que si eres hombre, tu beso lleva un fuerte
componente de narcisismo, táctica de seducción, des-
pertarle el deseo sexual, y sentirte con el derecho a 
ciertos privilegios, con lo cual el calado de cautivación,
desde este punto de vista, es menor.
Pero el beso de ella, una herramienta para crear un
vínculo, generar sentimientos de apego, de unión perso-
nal y fomentar la intimidad, y así, con más probabilidad
de que su fuerza para partir el corazón sea mayor.
Aúnque ambos lo utilicen, en general, como interacción
de intimidad, sentimientos de afecto, unión y bienestar.

¿Quién es capáz de partirte el corazón mientras te besa?

Pues aquella persona con la agudeza y el ingenio para
captar el significado más profundo de los sentimientos
mientras tú estás embobado/a en la magia de la pasión,
capáz de distinguir y detectar mejor que nadie los estados
de ánimo y las maneras de ser, para acertar en lo que 
vaya a decir con tiernas palabras, y si es posible, susu-
rradas al oído, para que sean mejor escuchadas por tu
corazón, que es su objetivo final.
Su especial inteligencia en conducir e interpretar las
emociones, para que el zarpazo de sus besos vayan
acompañados de un buen repertorio, orquestado por
los sentidos, poniéndo especial énfasis en el tacto, en
las palabras emitidas con sonidos cuidadosamente 
armónicos e intimistas, miradas hipnóticas con la in-
tención de despertar deseos e instintos profundos,
abrazos y sujeciones, mientras hinca sus labios hasta
allí, donde las sensibilidades dan paso a detonaciones
y emociones incendiarias.

Así, como puedes ver, su beso, no sólo fué un beso,
sino una red que capturó y engulló todo tu interior
y hasta el alma, sin darte a penas cuenta, te arrebató.
Quedaste a merced de su voluntad, de sus deseos, de
sus caprichos, puesto que su veneno ya ha sido inocu-
lado hasta lo más profundo de tu ser, convirtiéndote
en un reo pasional, frágil y vulnerable, a quien le dejó
de pertenecer sus pensamientos, sus sentimientos.

Frente a cualquier traspié, ya es fácil que caigas ine-
vitablemente revolcándote como un pájaro herido,
metido hasta el tuétano en el huracán de los tormen-
tos amorosos, de los sufrimientos, de las decepciones,
con el corazón partido y los trozos esparcidos a todo
tu alrrededor. Así fué aquel beso, el beso que te
partió el corazón.

Esto le sucede a muchas personas, pero no a todo el
mundo que haya tenido una decepción de amor.
La verdad es que cuando sucede al extremo en que 
lo hemos descrito, es una desafortunada coincidencia 
que se ha producido con alguien especialmente dotado
para el "homicidio sentimental"

Es de lamentar a quienes le han partido el corazón, que
como ud. ha podido ver, se realiza en una condiciones
personales y sentimentales perfectamente ordenadas
y coordinadas como para producir este efecto.
De lo contrario, tan sólo se producen heridas de guerra
de amor, superables en tiempo relativamente corto,
con la elección de otra pareja sentimental, con la fuerza
de cariño y de amor suficiente para olvidar.
Por tanto, un corazón herido es relativamente sencillo
de reparar, pero un corazón partido es extremadamente
difícil que recupere su capacidad de amar, de confianza,
y de entrega.

Tiritas para un corazón herido, pero no para un corazón
partido.


Gracias por vuestra atención.






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