miércoles, 15 de mayo de 2013

¿QUIÉN ES QUIÉN?

                                      

                                           Dr.F. Antonio Bera Bautista
                                                    Psicólogo


Lo auténtico y verdadero en una persona es natural y consustancial en ella, independientemente de su formación y de su cultura e incluso independientemente de su voluntad, de lo que crea ser, de lo que pretenda convertise y hasta de la actividad que realice.En definitiva,es el Ser mismo de la persona, diseñado y producido por la naturaleza, desde la concepción al momento del nacimiento, en cuyo proceso de desarrollo se incorpora el potencial de las virtudes y de las limitaciones que posteriormente la persona tendrá la ocasión de demostrar, mediante la regulación y modelación que en ella ejercerán la educación, el medio y la cultura, durante todo el proceso que afecten su socialización adaptación e integración en los roles relevantes desde los cuales se realizarán las partes más importantes de su vida. En efecto, la persona se desarrollará y madurará conforme a lo que está contenido natural y previa- mente en su Ser. Incorporará conforme es, los valores fundamentales que regulen sus comportamientos y desplegará las aptitudes que su Ser les permita y las manera en las que estas se manifiesten en el ejercicio de las funciones que realice a lo largo de su vida. Así, lo que una persona es y representa, es la demostración manifiesta de lo que está ya ordenado potencialmente en el diseño de la naturaleza de su propio Ser. La auténtica identidad de la persona es subyacente a su personalidad, a su educación, a su cultura. Ello constituye una de las razones más poderosa para conocer verdaderamente a alguien o para que se conozca certeramente a sí misma. La personalidad, a diferencia del Ser, es lo que una persona tiene adquirido en términos de modali dades de comportamientos, mediante el aprendizaje, la educación la cultura y las condiciones circunstanciales en las que se desarrolla; permitiéndole relacionarse, entenderse y convivir con los demás, así como integrarse productivamente a la sociedad. Su estructuración suele ser desde deficitaria o  carencial, en todas las personas normales, hasta desajustada o enferma en las personas considera- das clínicamente como tales. En la personalidad, no se recoge, ni representa completamente todo lo que es esencialmente una persona, que normalmente está cubierto, escondido y muchas veces desconocido por la propia persona, que se pueden considerar, por ejemplo, decidida y valiente, noble u honrrada, y sin embargo si se encuentra frente a una situación que afecte directamente el equilibrio de cualquiera de sus  intereses fundamentales y se muestra frágil e indecisa, o deshonesta y cruel, poniéndose al descubierto, de esta forma dramática lo que es verdaderamente auténtico en ella. También podría ser  lo contrario. El medio y la educación no crean aptitudes, sino que las esculpen como el artista la escultura, desarrollando lo que potencialmente está contenido en el Ser. La educación llega a ser exitosa cuando esta es coincidente con el potencial contenido en el Ser de la persona. En efecto, si la educación pretende desarrollar alguna aptitud no contenida en el Ser, fracasa sin lograrlo, a lo sumo en la mediocridad , pero nunca en la brillantéz. En el Ser , por ejemplo, puede estar contenido el talento para la música, para la ciencia, el deporte, para la literatura, para la vida espiritual, o puede estar contenido virtudes para la convivencia humana, como la honestidad, la nobleza, el respeto, la solidaridad. Del mismo modo, en el Ser puede estar contenido disposiciones para el mal en los diferentes niveles o modalidades de manifestación, desde la manipulación destructiva hacia el otro hasta la crueldad ; sin que el medio, ni la educación consigan impedirlos completamente. Así, que, una persona auténticamente honesta lo es en en lo más profundo de su Ser, no en la personalidad, como resultante del aprendizaje, el medio y la cultura; del mismo modo en lo más profundo de su Ser, subyacen las disposiciones a conductas deformes o manifiestamente destructiva. En estas últimas, el medio y la educación a lo sumo podrán conseguir el retraso, la postergación, el encubrimiento, la disminución de la gravedad de manifestarse, pero no su eliminación. Por ejemplo, puede que la educación logre que una persona no se convierta en un asesino, si este  grado de malignidad está en su Ser, sino en un empresario, comerciante, sacerdote, político,militar, etc. se mostrará en alguna medida, en algún momento, en algún sitio, cruel o despiadado o carente de escrúpulos. Así que, el Ser constituye la entidad más importante y determinante de la naturaleza humana, la sociedad, a través del aprendizaje y la educación tan sólo desarrolla, perfecciona, en casos de virtudes, o bién limita, restringe, encubre, en casos de deformaciones. Estas aseveraciones, no son especulativas, quedan demostradas en la realidad misma de los comportamientos humanos, basta con observarlos. Pues bien, la personalidad es el conjunto de rasgos y de recursos personales aprendidos para desenvolvernos en la vida, relacionarnos con los demás, con nosotros mismos, en la sociedad, en la fami- lia, con la pareja, en el trabajo. Y cada uno de estos renglones la ejercita, la desarrolla, la debilita o la fortalece, en función de cómo nos vaya en cada una de ellos. Toda esta dinámica consume gran parte de la energía y del tiempo en el que transcurre la vida, de tal modo que a menos que no se produzca un ejercicio intencionado o un vuelco imprevisible e impactan- te de la vida, la persona a penas entra en contacto con su Ser. Pero normalmente, por las característi- cas propias de la vida, hay quienes en mayor o menor medida, tenemos que dar cuenta de nuestro Ser, en los momentos en los que las situaciones no transcurren conforme a nuestras espectativas, exigién- donos respuestas adaptativas o resolutivas, no previstas en nuestra personalidad, dejándonos al des- cubierto nuestro Ser, en virtudes o en defectos. Por ejemplo, una persona enamorada, que hace uso de una serie de virtudes, las cuales, en realidad, no están "inscritas" en su Ser, pero las maneja con destreza desde su personalidad; la entrega, la comprensión, la tolerancia, el sacrificio por el otro, que no dan lugar a dudas de quién la recibe ,y sin embargo, tan sólo algunas pequeñas decepciones le  bastan para mostrarse intransigente, egoísta y dogmático, poniendo de manifiesto, de este modo, lo que verdaderamente existía en su Ser, y así sucesivamente en los casos del comerciante, del em- presario, del político, etc. desplegando un repertorio de comportamientos seductores que cautivan  la simpatía, la confianza de los demás, debajo de los cuales existía el engaño, la manipulación y el aintento de aprovechamiento del otro. Aúnque muchos piensen lo contrario, por ley natural de la propia vida, demostrable desde la razón, queda al descubierto el Ser de la persona con la correspondiente compensación, para bién o para mal, bién porque los impactos de la vida se los ha reclamado,o para premiarla, bién porque se ha encontrado verdugos allí donde había dejado víctimas, cualquiera que fuera su naturaleza.  Y así testimonear aquella frase que dice: "Cualquier día, en cualquier lugar, en cualquier momento, tendrás que dar cuenta de tí mismo y ese día, ese momento podrá ser el más felíz o el más amargo de tu vida".     




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