NO ES MACHISMO. ES ENFERMEDAD
CEREBRAL.- dr. F. antonio Bera Bautista
Psicólogo
PRIMERA PARTE:
Una persona que hace estallar por los aires un coche, bomba no es un antagonista, es un terrorista. Una persona que no le motiva nada, no es un indolente, es un depresivo.
Una persona que descuartiza a otra, no es un violento, es un psicópata. Un hombre que maltrata o asesina a su pareja no es un machista, es un asesino, un enfermo cerebral.
El calificativo de machista, etimológicamente,
históricamente, culturalmente, carece de significado punitivo. Según la RAE se trata de una actitud o manera de pensar de quien sostiene que el hombre es superior a la mujer o que desprecia los rasgos o comportamientos considerados tipicamente femeninos. Nada tiene que ver con malos tratos, violencia, agresividad, crimen, que se atribuye a los machistas. Todo lo contrario, históricamente, incluso culturalmente, el término machismo ha tenido un significado conductual afirmativo de rasgos sobresalientes masculinos, casi sinónimo de machote. Esto tiene una trascendental repercusión en la mente de un potencial maltratador o asesino que influye como eximente que otorgan las instituciones y el conjunto de la sociedad. Algo gravísimo. “que más da, si tan sólo se trata de una actuación que reinvindica lo que soy, he querido ser para mi y de cara a los demás: un machote. “Un machista”, que representa mi supremacía como hombre frente a la mujer, que me ha hecho sentir débil e
inferior para que quede constancia pues ¡a por ella!”.
“Si quieres que un hombre se convierta en alguien peligroso, primero hazlo sentir débil”
(Paterson).
¿Quienes han sancado el término “machismo” de
su contexto estimológico y significante social para referirse a hechos flagrantemente delictivos,
enfermizos y repugnantes?
No lo voy a contar yo. Basta que ustedes miren
a su alrededor y tendrán la respuesta. Una maniobra repleta de intereses ideológicos, de prejuicios e incluso de odio hacia una concepción integramente natural de la masculinidad y la femenidad. Además del modelo social prevalente y genuino de la familia tradicional. Es desde ahí de donde arranca gran parte de los estímulos que se están ejerciendo para que no pare de crecer (recientemente más de un 8%) el fenómeno de la
violencia contra las mujeres, para el asombro y la
impotencia de los responsables de combatirla sin
que ni por asomo se den cuenta que lo están pro-
moviendo.
Sorpende la manera amordazada, miedosa, sumisa y obediente que se acepta el calificativo para referirse al acto de un asesino como “crimen machista”, por el que se les llena la boca a todos los informativos, medios de comunicación, arrastrando hacer lo mismo a toda la sociedad, sin que absolutamente nadie muestre la valentía de cuestionarlo por el temor, el miedo a que se les echen encima.
Pues aquí teneís un valiente que sí lo cuestiona no
desde una opinión personal o subjetiva, sino desde LA EVIDENCIA CIENTÍFICA Y DESDE LA VERDAD.
Llevamos prácticamente toda la historia de la civilización en una cultura machista.
¿Qué hombre en el presente y en el pasado no ha
crecido y se ha educado en esa actitud?
¿O sea que todos los hombres hemos tenido una
educación explicitamente para ejercer la violencia
contra las mujeres?
Si alguien piensa que es así, entonces nuestra cultura es un fracaso, porque la inmensa mayoría de los hombres normales, educados en el machismo, incluídos los más heroicos y renombrados que han contribuido a la humanidad, decididamente, a la paz, a la salud, al bienestar, al arte, a la literatura, a la música, a la ciencia, no se caracterizan por ninguna formas de violencia contra las mujeres, aún siendo en uno u otro grado machistas.
Todo lo contrario, también los mejores capítulos
de las historia de la humanidad, están escritos por renombrados hombres machistas, a quienes se les debe hechos, obras inmensas, manifestaciones incuestionables, en todas las ramas del arte, de la literatura y de la ciencia, con infinita admiración y el más absoluto respeto a las cualidades y vir- tudes de la mujer hasta lo mayores extremos, no sólo de humanización, sino de endiosamiento y divinización.
¿O es que de repente se nos ha olvidado?
Por la presión de los modismos y sus injurias.
Pongamos que aceptamos el término “machismo”
como nos lo endosan, entonces si existieran hoy, podrían ser considerados, como mínimo, sospe-chosos o potenciales maltratadores, por la mayo-
ría de sus cualidades, personajes como:
mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Albert Eins-
tein, Martin Luther king, etc. que pese se pronun-
ciaran a favor de la igualdad entre hombre y mu-
jeres, ¿se podría afirmar que no tenían una perso-
nalidad esencialmente machista? Por citar algun- nos ejemplos. Pues lo mismo le sucede a prácti-camente a todos los hombres de la sociedad.
Yo, usted, su padre, su hermano, sus amigos, sus
conocidos, su vecino, somos, por ser hombres,
potenciales maltratadores, violentos y asesinos.
Y si le asaltan algunas dudas, moléstese en darse
un paseo entre las multitudes de la manifestacio-
en del 8-M en Madrid y lea pancartas. Yo lo he
hecho.
Resumimos. Nos han hecho creer sí o sí que:
“Los jugadores de baloncesto son altos, todos
los altos son jugadores de baloncesto”.
SEGUNDA PARTE:
A continuación aportamos datos que ofrece la ciencia y que apoyan la afirmación del título de
este artículo.
Un estudio llevado a cabo por científicos españo-
les en la Universidad de Granada (E. Villar. La
Razón). La primera investigación del mundo que
compara como funciona el cerebro de los hom-
bres que han maltratado a su pareja o expareja en
comparación con otros delincuentes cuando son
expuestos a imágenes relacionadas con diferentes
tipo de violencia. Se trata de uno de los tres úni-
cos estudios que se han realizado en el mundo pa-
ra analizar el cerebro de los maltratadores a través
de Resonancia Magnética Funcional.
El trabajo ha revelado que los maltratadores en
comparación con otros delincuentes mostraron
una mayor activación en la Corteza Cingular
Anterior y Posterior y en la Corteza Prefrontal
Medial y una menor activación en la Corteza
Prefrontal Superior ante imágenes de violencia de
género, con respecto imágenes de contenido neu-
tro.
POR LO QUE EXISTE UN FUNCIONAMIEN-
TO CEREBRAL PROPIO EN MALTRATA-
DORES.
Cuyas patologías quedan borradas, sustituidas y
tapadas por el término maschista.
Estos hallazgos explican algunas de las alteracio-
nes psicológicas que describen a los maltrata- dores cuando se enfrentan a su compañera senti- mental. Problemas en la regulación emocional en
forma de obsesión sobre la pareja, miedo, ira o
rabia, miedo a ser abandonados, inestabilidad afectiva repentina e forma de aumento de ansie-
dad. Explica la Universidad de Granada.
Pregunto: ¿Tiene todo esto algo que ver con que
se sea o no machista?
Los datos que a continuación ofrecemos provie-
nen de las investigaciones del científico neurobió-
logo holandés Dick Swabb, publicados en su li-
bro “Somos nuestro Cerebro”. Datos que se aden-
tran a explicar más en detalle sobre cuáles son las
disfunciones que se producen en la alteración es-
tructural y funcional del cerebro de los maltrata-
dores que ha destacado las investigaciones de la
Universidad de Granada. Veamos con más clari-
dad la mentira y el engaño masivo al que se está
sometiendo a las instituciones, a los medios de comunicación y al conjunto de la sociedad sobre el tema que nos afecta.
Los hombres arrestados tras cometer actos de vio-
lencia o de violación, por ejemplo, mostraban unos niveles de testosteronas más elevados que los acusados por otros delitos.
Ya antes del nacimiento, los niños con
TRASTORNOS en la Glándula Suprarrenal, pro-
ducen muchas testosteronas y se mostrarán más
agresivos posteriormente. Causa que queda com-
pletamente borrada por el calificativo “machista”
como todas las que continuamos exponiendo.
Pequeñas variaciones en el gen de las proteínas
que metabolizan los neurotransmisores, pueden
provocar una mayor propensión a la agresividad
y a los asesinatos violentos.
Lo mismo que una menor actividad del neuro-
transmisor Serotonina va acompañada de una
mayor agresividad, impulsividad y conducta anti-
social.
La mala nutrición durante el embarazo, por el mal
funcionamiento de la placenta (que puede suceder
en mujeres de todos los niveles), puede aumentar
el riesgo de conducta agresiva y de trastorno de
personalidad antisocial. O el caso de una madre
que fuma durante el embarazo, puede provocar,
entre otros males, el trastorno de Déficit de Aten-
ción e Hiperactividad -TDAH- que va acompa-
ñado de comportamiento impulsivo, agresivo y
conflicto con la justicia.
Va quedando claro que la actitud o conducta agre-
siva que se produce en el contexto de las relacio-
nes de pareja, a la luz de todos estos datos, lo más
probable que su causa no sea por un supuesto
machismo, sino que queda programada en un es-
tadio precoz del desarrollo cerebral.
O sea que, los chicos son más agresivos que las
chicas, y eso es algo que se fija en el útero mater-
no para el resto de nuestra vida. Que en los casos
de maltratadores, al existir una determinada pato-
logía cerebral pues cuando se puede producir el
problema de la violencia contra la pareja.
La probabilidad de que se desarrolle un compor- tamiento descontrolado, agresivo o delincuente,
aumenta durante la pubertad por la subida de los
niveles de testosteronas y no exactamente por el
el efecto de un modo de educación del hombre, que a penas influirá en su modo de comportarse
en sus relaciones, si tiene disfunsiones neurobio-
lógicas.
Más. La Amigdala cerebral que está ubicada en la
parte anterior del lóbulo temporal, según el lugar
y modo en que se estimule puede inhibir o susci-
tar conductas agresivas.
También se encarga de facilitar la percepción del
significado social de expresiones faciales y ofre-
cer una reacción adecuada.
TERCERA PARTE:
En los asesinos, psicópatas y muy posiblemente en los llamados machistas, se han hallado funcio-
namiento anómalo en la amigdala cerebral y tam-
bien disfunciones en la corteza temporal.
Además también es muy probable que bajo este
calificativo se oculte la existencia de alteraciones
de las conexiones cerebrales que viabilizan neu-
robiológicamente el comportamiento moral.
Ello se demuestra si se desconectan esas conexio-
nes pertenecientes al circuito neuronal que tienen
que ver con la moral, mediante estimulación mag-
nética intracraneal, dirigida a la unión derecha en-
tre el lóbulo temporal y parietal, a los sujetos de
este experimento ya no les importará en lo más
mínimo que alguien actúe de mala fe o no.
Serán incapaces de identificarse con las intencio-
nes del otro, y no porque un determinado rol de
género lo dificulte o lo impida.
Si la Corteza Prefrontal no funciona bien, como hemos visto en las investigaciones del cerebro de los maltratadores de la Universidad de Granada,
que presentan una menor activación en la parte
medial y una mayor activación en la parte superior, de la Corteza Prefrontal, es eso lo que
contribuirá decididamente a que la persona no
se comporte correctamente dentro de la sociedad
y mucho menos en unas relaciones de pareja.
Además es una área clave para la expresión de la
personalidad y la toma de decisiones, que se ha
puesto en evidencia gracia a la realización de
intervenciones de lobotomía.
Así que un daño en esa área repercutirá necesa-
riamente en la capacidad para la empatía, compar-
tir sentimientos, la compasión, la ayuda al próji-
mo, que son esencia del comportamiento de la
moral humana.
No sólo la Corteza Prefrontal, sino otras áreas
cerebrales forman parte de las decisiones mora-
les que tanto se ha atribuído casi con exclusivi-
dad a la educación o a la religión y en el contex-
to de la temática en que estamos, al machismo,
como son el Septum, que se halla entre las cavi-
dades cerebrales, el Núcleo Accumbens y el Hi-
potálamo.
Pero justo en esta zona del cerebro, en la Corteza Prefrontal, se han identificado neuronas Espejo, que son la base neurobiológica de la empatía y que reaccionan a las señales sociales e inhiben el impulso egoísta. Actitudes y conductas estas que se atribuyen, no a estas causas, sino a un supuesto machismo.
Así que cualquier disfunción en esta dirección,
sentará la base y la causa de una actitud actitud
agresiva descontrolada.
De modo que si los responsables de la lucha de la
violencia contra las mujeres, que en realidad so-
mos todos, parten de un diagnóstico erróneo, de-
formado o perverso, lejos de combatir el proble-
ma lo estarán incentivando como en realidad su-
cede en la actualidad, convirtiéndose en colabo-
radores necesarios, involuntarios, llevando en sus
espaldas un “extintor de incendio”, que en vez de
espuma contiene gasolina. Escandaloso, ¿verdad?
Algunos hombres tienen niveles de testosteronas
más elevados que otros, que junto con cualquier
alteración en las áreas que hemos mencionado,
inclinará con una fuerza difícil de contener accio-
nes violentas. Si es en la Amigdala cerebral, ha-
rá que no se muestre la menor empatía hacia una
posible víctima, o si existiera un tumor en el Lóbulo Temporal que presione la Amigdala, fenó-
meno este que se ha visto en asesinos sanguina-
rios.
En caso de no existir ningunas de estas causas,
pero sí anomalías hormonales, como la segrega-
ción de Oxitocina, que actúa inhibiendo la Amig-
dala, que es el centro de la agresividad.
O bien basta con una pequeña mutación en los
componentes fundamentales del ADN del recep-
tor de la Vasopresina en el cerebro, para que un
hombre afectado tenga el doble de problemas
conyugales, y no por causa de un supuesto machismo que se haya generado por una educa-
ción errónea, sobrevalorandose así el ambiente
social después del nacimiento y no el químico
antes de nacer.
También un daño en la parte inferior de la Corte-
za Prefrontal, o sea que no sólo, como hemos di-
cho, una disfunción en la parte medial y superior, hace capaz a una persona de tomar decisiones muy frías e impersonales, puesto que no se ve
asaltado por sentimientos como la empatía, la
compasión, y no por causa precísamente de su
rol de género.
Darwin (1809-1882), en su autobiografía:
“Estoy de acuerdo completamente con la opinión
de Francis Galton (su primo) acerca de que la edu
cación y el entorno producen un pequeño efecto
sobre la mente de cualquiera y que la mayoría de
nuestras cualidades son innatas”.
Téngase en cuenta, por favor, que la banalización,
deformación y mentira en la que incurren las instituciones y que a su vez arrastran a los pensa-
sadores cobardes y al conjunto de la sociedad,
sobre esta problemática, es debido, además del
interés de determinados colectivos influyentes,
al espaldarazo a la verdad y a las abrumadoras
evidencias científicas, como las que hemos expuesto, de las tantas existentes.
Dijo nuestro brillante pensador José Ortega y
Gasset, que “desgraciado aquél que sostiene
posturas contrarias a la de su época”. Pues yo me
siento muy felíz de haber levantado el velo de tanta ignominia contra todos los hombres de bien,
de ahora y del pasado, que se dejaron hasta la
última gota de sudor y sangre por el heroísmo
de su espíritu de entrega y sacrificio por el bien de su familia y por el amor y el respeto in-
cuestionable hacia su pareja. Mi homenaje y gratitud a todos ellos, hombres sencillos, respe-
tuosos y trabajadores, entre los cuales seguro que se encuentra algún padre, algún abuelo, algún co-
nocido, algún familiar suyo. Lo mismo que a todos los intelectuales, científicos y artistas de
todas las generaciones, y que hoy, lejos de ser valorados o recordados por sus tantas virtudes, podrían ser considerados de forma humillante y
bochornosamente MACHISTAS.
GRACIAS POR VUESTRA ATENCIÓN.
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