martes, 29 de junio de 2021

                                       HOLA, ¿QUÉ TAL ESTÁS?
                                           Dr. F. Antonio Bera Bautista
                                                                            Psicólogo


Decía Tolstoi que todas las familias felices se parecen.
La Constitución de los Estados Unidos reconoce a
la persona el derecho inalienable de la búsqueda de
la felicidad.
Maquiavelo en su Príncipe: "la historia de la huma-
nidad parece estar condicionada por las pasiones 
humanas, la ambición, el poder y la vanidad".
Para kant, "el mal está entretegido y enraizado en
nuestra naturaleza misma y que hay una propensión
al mismo".
discurriremos en estos bienes:
Bienes del alma: las virtudes.
Bienes del cuerpo: la salud.
Bienes circunstanciales: la riqueza, el poder.
Bien perfecto: la felicidad.
Uno de nuestros propósitos en la vida debería ser
por encima de todo, cultivar emociones positivas.
Aunque resulte contradictorio, un esfuerzo organi- nizado en esa finalidad, suele quedarse alejado de nuestras decisiones cotidianas. Estamos más predispuestos "a lo que surja", "al verla venir"
Asi que, una vida felíz, es una vida afortunada.
Las rutinas, los comportamientos y actitudes repe-
titivos, con demasiada frecuencia, consumen gran
parte de nuestro tiempo, de nuestras energías.
Y no es tan sencillo que las circunstancias ni las
personas que nos rodean, se muevan en la dirección
de favorecer y fortalecer nuestras posibilidades para estar bién, para sentirnos felices, no sólo desde
el punto de vista emocional, existencial, sino mental. Como dijo el neurólogo Damagio, "necesi-
tamos estar bién para pensar mejor".

Es precísamente en nuestro escenario mental de
donde proceden un gran caudal de energías para ser
felices.
Asi, la neurociencia ha demostrado que una perso-
na deprimida, razona peor. Las imágenes demues-
tran que en el deprimido aumenta la actividad del
cerebro emocional y disminuye el cerebro cogniti-
vo, que tambíen ratifican las investigaciones de la
psicología cognitiva, al concluir "que no nos hacen
sufrir las cosas, sino la idea que tenemos de las 
cosas".

Ya la ciencia ha demostrado que relativizar nos ha-
ce más felices.
Con estos datos, Talben Shahar, Psicólogo y Filóso-
fo de Harvard dice que la felicidad depende de un
40 % de las elecciones personales, de un 50% de
la genética y tan sólo un 10 % del entorno.
En materia de salud, otros datos concluyen que 
esta se garantiza mejor con un mayor porcentaje
en nuestro estilo de vida, seguido por nuestra bio-
logía, el sistema sanitario y por último el entorno.

O sea que tanto para la salud emocional como físi-
ca nuestras decisiones ocupan un nivel bastante alto
de influencia.

Shahar considera que todos vivimos en una monta-
ña rusa emocional, y que es inevitable. Seguramen-
te debido a nuestro múltiples esfuerzos por estar bién.
Pero en esta lucha nuclear en nuestras vidas, es en
la propia mente de donde proceden los haces de lu-
ces que nos capacitan para alumbrar los horizontes
del anhelado, atesorado "estar bién".
La Teoría Cognitiva dice algo clarificador en ese
sentido, que la emoción es consecuencia de una
serie de procesos cognitivos, atentos, eh?, LA IN-
TERPRETACIÓN, LA VALORACIÓN Y LAS
ESPECTATIVAS que tenemos de las cosas, de nuestras acciones, de la realidad que discurre, de
nuestras metas de vida, por supuesto.
Véase por ejemplo, la diferencia entre posicionarse
en torno a una interpretación, valoración y especta-
tivas ante la vida desde un entramado apocalíptico,
donde se encuentran colocados, en el centro de la
atención, el miedo, la angustia y la rabia. O en un
marco de referencia entusiasta, desde el que se ve
el futuro lleno de oportunidades, de la mano de la
innovación, la tecnología, de la fé en la capacidad
del ser humano para hacer frente a cualquier desa-
fío. Ahora traslade ambos prismas al terreno perso-
nal, individual, y valore su modo de situarse. Re-
flexione por un momento.
Ambas posturas se resúmen en el proverbio chino
que dice: "Cuando soplan vientos de cambios, unos
construyen muros y otros molinos".


Decía Aristóteles, que la motivación básica del hom
bre es la búsqueda de la felicidad, y que esta consis
te en tener un espíritu libre y elevado, sin miedo y
seguro.
Séneca añade, la felicidad reside en vivir conforme 
a la naturaleza, a la cual conduce la virtud de mano
de la razón, conforme a las leyes naturales que ri-
gen y sostienen todo el universo, en cualquiera que
sea esta su manifestación, y jamás podrá ser feliz
quien viva de espaldas o a rastra de la luz de estas
leyes, no importa cuanto legislen los hombres, y con ello, no importa que se imponga incluso al
conjunto de la sociedad, como normal, la transgre-
sión o los transgresores del orden universal, por mo
dismo o por el reclamo, clamoroso, de las degrada-
ciones humanas que demandan honra.

¿Por qué? el mismo autor responde:
"Las leyes no escritas y permanentes de los dioses,
es anterior a las leyes escritas y cambiantes de los
hombres".
A las últimas tenemos que acatarnos, a las prime-
ras debemos refundirnos, y son las que deben guiar
nuestros destinos y fundamentar nuestras vidas, 
nuestras relaciones y nuestras identidades.
De ese modo podemos encarar con firmeza, y alta
probabilidad de éxito, nuestro deseo estrella por
excelencia, desde la base de una buena salud emo-
cional, conociendo y gestionando nuestras debili-
dades, nuestros odios y nuestros miedos.

El hombre, por muchos esfuerzos que haga, por
grandes que sean sus virtudes, nunca, jamás llegará
a someter las leyes, que para la vida, para ser como
somos, para estar aquí, rijen todo el universo.
A lo sumo podrá controlar o predecir, hasta cierto
límites, para adaptarse mejor al entorno.
Cuando lo intenta, voluntaria o involuntariamente,
se enfrenta a males amenazantes, como el cambio
climático y sus consecuencias, que algunas de ellas
favorecen el brote de epidemias, enfrentarse a su propia destrucción, bien como especie, bien como
indivíduo. Aunque se pasee orgulloso, en este intento, el llanto triste de su corazón, siempre rebosará.

Habernos instalado en la falacia de que todo lo somos y todo lo podemos, en gran medida nos ha costado esta pandemia que ha puesto "patas arriba" la desconcertante debilidad de nuestra civilización.
Está escrito a fuego en nuestra piel, que estamos 
compuestos, por naturaleza, en una parte rectora y en una parte regida (reflexión Aristotélica). Asi que tan sólo somos rectores limitadísimos, no regidores.

Hay que tener esto muy claro en nuestro afán de 
estar bien, de estar mejor.
El ser gobernados por las pasiones y los instintos,
desde una ideología legitimadora, es batalla per-
dida, bién hacia la infelicidad y la humillación, bién
hacia la degradación o la autodestrucción.
Y se nota, a nivel personal, en los semblantes de tantas gentes que van por la vida como si fueran siempre subiendo una cuesta, o cuando hay descuidos de poses en el selfie, que les devuelve una imágen terriblemente verdadera, en la que se 
aparece con una expresión de que en vez de una cámara les apuntaba una metralleta. 
Deambulando por la vida como almas en nubes de
lamentos, mordidas por desgracias.

Las virtudes brotan como rosas del jardín de la
naturaleza, como estrellas en el cielo, persiguen la
"divinización"del indivíduo, porque es algo eleva-
do, excelso, sublime. Un recurso que jamás falla,
en nuestro andar hacia nuestros anhelos de felici-
dad. "Es perfecta, por eso es divina".
¿Quieres estar bién? eleva la mirada y abraza la 
virtud. Que prevalezca la razón y el talento.
Es eso que quiso decir Stephen Haukins:
"Tenemos que mirar hacia las estrellas y no hacia
nuestros piés".

¿Que hay que hacer cambios de perspectivas? 
Seguro que sí. Pero, cuidado, con honestidad y re-
solución. Porque los estudios en disonancia cogni-
tiva han mostrado que cambiar el comportamiento
para hacerlo acorde con la información, es difícil
para muchas personas, y entonces lo resuelven de
otra manera, ¿cómo? contándose mentiras para no
cambiar. 
Por experiencia propia o ajena, esto no le resultará
extraño a usted.
Es la realidad misma de la vida de cada uno de no-
sotros y de esta pandemia para el conjunto de la
sociedad, la que nos obliga, no que nos induce, a
que crezca en nuestro repertorios de respuestas la
raíz desde la que nacen todas nuestras mejores cua-
lidades: La Humildad. Ella es sordina silenciadora
de la altanería y las bufonadas. Partiendo de las verdades absolutas que tantos esfuerzos se emplean para silenciar, nutriéndose con ilustres sabidurías.

Tan sólo comprendiendo, aceptando, asimilando, que absolutamente nadie está aquí por su cuenta.
Además, todos los experimentos de la Mecánica
Cuántica, demuestran que venimos del azar.
Y ya aquí, el azar no se detiene. Para Séneca, nues-
tras experiencias le dan la razón, la fortuna es el
árbitro de la mitad de nuestras acciones.
El Esclesiástico 9:11, de los libros antiguos de sabi-
duría, digo sabidurías no sabiondeses, va muy 
lejos:
"No es de los ligeros la carrera, ni de los valientes
el combate, ni de los sabios el pan, ni de los inteli-
gentes la riqueza, ni de los doctos el favor".

Verdaderamente, quiérase o no, créase o no, lo su-
perior en nosotros, a la ciencia y al pensamiento, es
la divinidad. 
Así dice, con razón, la doctrina estóica:
"Buscará la felicidad en conseguir una vida confor-
me a la naturaleza, según el camino natural (sus
leyes), que nos ayudará a descubrir la virtud".

Esta no admite la mala vida, porque como ellos di-
cen, la virtud es el bien supremo.

Por tanto, ejercitar las virtudes, como herramienta 
que fundamente nuestros deseos de estar bién, no es ir a una "farmacia de pensamientos sanadores",
es andar los caminos de gloria sirviéndose de lo
divino, para que la luz de su grandeza brille en nuestros corazones.
Es ella, junto con la salud, verdaderos tesoros que
sí hacen posible el bienestar y la salud emocional.
Por el contrario, ¿qué hacemos? ¿plegarnos al ideal
ético de este tipo de sociedad? ¿a la capacidad de acomulación ilimitada y de consumo sin límites?
Para resumir, una respuesta posible, la dió el viñetista de El País, El Roto, de fecha 24-9-2018: 
"Mamá, ¿qué es el vacío existencial? pues...
que tenemos muchas cosas!!"
No se trata de un chiste, es muy serio lo que con-
tiene esta respuesta, porque la ciencia ha demostra-
do que los niños con peor concepto de sí mismos
son más materialistas.

Siguiendo la pregunta que se hacía el grande de
Estagira, ¿Qué queremos? pues, estar bién!! que
se realicen nuestros deseos!! ser felices!!
¿Nada más? sí, nada más.

Bueno, he terminado. Después de leer todo esto,
y...¿Qué tal se siente ahora?

                                                                            GRACIAS POR VUESTRA  ATENCIÓN.
















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