viernes, 3 de junio de 2016

                       LA SEGURIDAD EN SI MISMO:
                       Un enfoque neurológico.
                                                              Dr. F. Antonio Bera Bautista
                                                                                                        Psicólogo

"Si quieres una mano que te ayude, la encontrarás,
con seguridad, al final de tu propio brazo".
(Napoleón Bonaparte)


Decía el señor Rudyard kipling: "GUARDA EN SU PUESTO LA
CABEZA TRANQUILA, CUANDO TODO A TU LADO ES CABEZA PERDIDA.
MANTÉN EN TÍ MISMO LA FÉ QUE TE NIEGAN Y ESPERA EN TU PUESTO
SIN FATIGA EN LA ESPERA. LOGRAS QUE TUS NERVIOS Y EL CORAZÓN
TE ASISTAN, PORQUE TÚ LO DESEAS, LO QUIERES Y LO MANDA. Y SI
TE HIEREN, QUE  NO LLEGUEN HACERTE LA HERIDA".
Eso es creer y tener confianza en sí mismo.

La seguridad en sí mismo, es una de las reivindicaciones
más sonada en todo ser humano.
Se busca por todas los medios al alcance, puesto que sin
ella, la vida se hace angustiosa e incontrolable, en muchos
de los escenarios posibles.
Se pretende obtener, frenéticamente, con el dinero, con el
poder, con el amor, la familia, las amistades,  las religiones,
las creencias, y así ganar cotas de paz y felicidad.

Cuando en algunas de esas fuentes creemos haberla encon-
trado, de repente se nos escapa y lo que nos parecía perma-
nente, sucede que era efímero, lo que nos parecía fuerte,
sucede que era frágil y vulnerable. Y otra vez nos lanzamos
a su búsqueda en las mismas cosas o en otras que no había-
mos ensayado antes.
Nos preguntamos, pero ¿dónde y cómo se obtiene la seguridad
en sí mismo?
vamos a ofrecer respuestas científicas. No especulaciones.
Se encuentra en el cerebro y en la gestión que hacemos de
sus funciones.
Se trata del órgano donde se asienta la razón, que es lo que
nos permite la supervivencia y la felicidad.
Es el cerebro y sus "piezas", lo que determinan, en esencia,
cómo se responde a los estímulos y cómo se comprende la
realidad. Qué hacemos, qué decidimos, qué elegimos, qué
valoramos. Si el cerebro funciona mal, todo funcionará mal.
Nos solemos perder en el bosque de las creencias, de los 
sentimientos, de las emociones, de las cosas que nos suceden.

Platón especulaba que el cerebro era el asiento del alma
racional. Yo lo creo también. y Aristóteles pensaba que
el cerebro servía para enfriar la sangre.
Manuscritos egipcios que datan del 1700 adc, ya incluían
algunos comentarios acerca del daño cerebral.
Hoy la neurociencia lo considera como un conjunto de áreas
neuronales, cada una de ellas con funciones específicas e in-
terconectadas entre sí. Y así está demostrado.
Además que existen áreas del cerebro relacionadas con la
personalidad, con las emociones, con la toma de decisiones
y las funciones ejecutivas.
Todas ellas cruciales para el tema que nos ocupa.

Cuando nacemos, todo el mundo tiene las mismas neuronas,
que son, como sabeis, las unidades funcionales del cerebro.
Y son sus redes las que nos permiten las representaciones
que hacemos de la realidad. La percepción que se tiene de
sí mismo, el aprendizaje, el conocimiento, la capacidad de
crear, la capacidad de autocorregirse mendiante la reflexión.

El desarrollo de estas neuronas y sus interconecciones
(sinápsis), no se efectúa sólo en la etapa prenatal o durante
los primeros años, sino que continúa a lo largo de la vida.
Un impacto sobre la seguridad en sí mismo se produce, en
la relentización o en el freno del desarrollo sináptico, impi-
diendo que el cerebro fucione de manera eficáz en los esce-
narios de nuestra vida. Y como se trata del órgano donde
se produce el "encendido" eléctrico de todos los procesos
mentales, la inseguridad en sí mismo lo que pone de mani-
fiesto es que se están produciendo "cortocircuitos"en el
funcionamiento de sus redes sinápticas, que están dejando
a "oscuras" algunas facetas de nuestra mente.

Observando la arquitectura mental, esta puede entenderse
como un programa o software, que manda información en
formato simbólico y que se implementa sobre el cerebro,
que hace las veces de hardwere, en lo que se conoce como
"metáfora analógica del ordenador".
Pero el cerebro es un sistema muchísimo más complejo
que cualquier computadora. Así que, comparar ambos
mecanismos no es muy acertado.

Entremos en la "máquina cerebral", a ver que nos encon-
tramos respecto a la seguridad en sí mismo.
Lo vamos hacer sólo en las tres "piezas"vinculadas a este
tema, para obtener respuestas claras y precisas.
Se aprecia que en su profundidad se encuentra el sistema
Límbico. Sede de nuestro mundo emocional. Es ahí donde
primero nos impactan las cosas que nos rodean, lo que nos
hace sensibles a lo que sucede. Para entendernos, es como
si se tratara de un botón que pone "start". Ya Epicúreo
(341-271 adc), el filósofo de la sensibilidad, basó en ello
gran parte de sus pensamientos.

Pero esta "pieza" límbica, desde el punto de vista de la
evolución neurológica de la especie humana, es la parte
más primitiva del desarrollo cerebral, y es la que deter-
mina los comportamientos instintivos y emocionales,
como el temor o la agresión.
Para hacernos una idea, ocupa la mayor parte del cerebro
de los anfibios y reptiles. Esto nos indica que cuando una
persona es poseída por sus instintos y pasiones, desde el
punto de vista cerebral, está funcionando como un reptíl.
De ahí que se hable de cerebro reptiliano en personas 
que reproducen siempre las mismas conductas.
Cualquier cosa que rompa con los esquemas impuestos
por la rutina, es vista con recelos. Por lo que la seguridad
en sí mismo se mostrará por lo menos quebradiza.

Su cerebro "enciende bien", es decir, va recepcionar 
eficientemente los estímulos que les llegan a través de
los sentidos, retiene, es decir, va funcionar bien la ca-
pacidad de almacenamiento. Pero posiblemente tenga una
"avería" que afecte la seguridad en sí mismo, es que va
a procesar mal los estímulos, fácilmente deformará la
realidad en sus percepciones y emisiones de pensamientos.
Por tanto, es muy probable que actúe mal. Si estos me-
canismos se prolongan y profundizan, como es muy fre-
cuente, se irá produciendo un escaso desarrollo de la 
superestructura neuronal y sináptica, de la segunda 
"pieza" que la evolución biológica fué instalando:
"La corteza cerebral", que es la "central" que permite que
la persona razone, perciba de forma lógica y racional la
realidad y por tanto sea inteligente, es decir, con capacidad
de adaptación y enfrentamiento eficiente a situaciones
inesperadas, funciones trascendentales que hacen posible
la seguridad en sí mismo. Alli también tienen sus bases de
funcionamiento el lenguaje y las demás capacidades cogni-
tivas.
El desarrollo de la autonomía es el fundamento funcional
de la personalidad segura de si misma, y la autonomia no
es posible sin la intervención neuronal de la corteza cere-
bral, esto es, de la capacidad de discernimiento lógico y
racional de las cosas que acontecen.

Por lo tanto, vaya quedando claro que la seguridad en sí
mismo no tiene un fundamento emocional o sentimental,
neurológicamente hablando, sentirse a gusto, tranquilo,
confiado, cuando ha sido provocado por el funcionamiento
de la "pieza" de la corteza cerebral, que ha activado a su
vez la "pieza" límbica, entonces el buen estado en que nos
encontramos es un subproducto de la acción de los meca-
nismos racionales, tal como la felicidad, (como dijo john 
Stuart Mill) es un subproducto de la consecución de una
meta, quiere decir, que la felicidad no se obtiene directa-
mente,sin más, sino por algo o a través de algo. Si no se 
activa una racionalidad inteligente, es imposible, artificial,
utópico, y en extremos, maníaco, un buen estado emocional por eso, es completamente falso, un fraude,   
una mentira, un engaño, sin base científica, la cacareada
inteligencia emocional, hoy en boca de todos. Ya me he
referido a este tema en mi artículo "La inteligencia: unici-
dad o diversidad"-
Antes de entrar en la tercera "pieza". Detengámonos un
poco en este asunto, porque tales conceptos, ensombrecen el camino que nos explica y facilita la seguridad en sí mismo.


(Disculparme que el artículo sea un poco largo, pero 
merece la pena).

Quede claro (¡por Dios!) una cosa:
La "pieza" límbica, tan sólo facilita la producción de emo-
ciones y sentimientos, que no podrán ser inteligentes por
sí mismos, si previamente no se activa la "pieza" de la
corteza cerebral, que hace posible la regulación y adecua-
ción de las emociones. A ud. tal vez, y a casi todo el mun-
do le están haciendo creer que el caballo es el jinete o que
el jinete es el caballo. O como decía López de Vega, "pensar 
que todo el infierno en el cielo cabe".Para ello, los teóricos  
de la denominada inteligencia emocional, ponen ejemplos
como el de si un gran científico o intelectual es un fracasado
en el amor, se deduce inteligente racionalmente, pero un torpe 
emocionalmente hablando. O lo contrario, que una persona
analfabeta, deficiente en el razonamiento lógico, si es felíz
o no se amarga la vida, goza de una relación amorosa esta-
ble, entonces, dispone de buena inteligencia pero emocional.
Produciendose asi, un uso barrabasado del concepto de in-
teligencia, despojándole de su verdadero significado y funda-
mentación neurológica cerebral, en el marco del pensamiento
lógico y la conducta coherente con la racionalidad y creatividad.

Con lo cual, un neanderthal, aunque no fuera capáz de crear
la radio, era tan inteligente como el que más, con tan sólo
saber convivir en armonía en su comunidad.

Adecuar y regular las emociones, es un problema de salud
 mental cuando se producen distorsiones preocupantes, por
un lado, y por otro, una capacidad directamente provenien-
te de las "piezas"de la corteza cerebral y los lóbulos frontales.


Decir que una persona es segura de sí misma, gracias a
la "inteligencia emocional", es un disparate inaceptable cien-
tíficamente. Más bién, segura de sí misma, sería una persona "cortezana", y como vamos a ver a continuación,también
"lobular".
En los lóbulos frontales, habita nuestra capacidad para hacer
planes, tomar decisiones y dirigir todo el cotarro.
Asi que, para gozar de un buen nivel de seguridad en sí mismo,
la unidad funcional y neurológica que lo hace posible es un
buen funcionamiento coherente entre la corteza cerebral, 
para pensar acertadamente y los lóbulos frontales para 
actuar eficázmente. Las emociones o sentimientos corres-
pondientes, serán el subproducto de la acción coordinada
de ambos, que se generan gracias a la "pieza" límbica.
 Y es a ese subproducto al que se ha aplicado
errróneamente el concepto de inteligencia.

Quede claro, que las emociones no son la inteligencia, 
son expresiones del estado de ánimo que nos informan
acerca de cómo se está comportando la unidad funcio-
nal por excelencia para la seguridad en sí mismo:
la corteza cerebral y los lóbulos frontales de nuestro
cerebro, en su enfrentamiento con la realidad.

Una persona verdaderamente inteligente, jamás podrá
ver en cada bache un precipìcio y en cada decepción
una tragedia. Su capacidad de discernimiento le alejaría
inmediatamente de esa posibilidad.
Asi que, la inteligencia tan sólo podrá ser exitosa o fraca-
sada, pero no excluyente o desparramada en emociones, ni
en fragmentaciones como afirman los teóricos de las teo-
rías mútiple de la inteligencia. Que son otras afirmacio-
nes falsas científica y neurológicamente, para mi asombro, enunciada por académicos de renombre, con la connivencia
y el silencio de muchos otros.

Mejorar la seguridad en sí mismo? en el plano mental:
via recta. cultive el pensamiento claro, preciso, objetivo,
razonado, coherente con la realidad. Y desde ahí, ejercer
las críticas posibles de todo cuanto le afecte directa o
indirectamente.
En el plano de la conducta:
actúe de manera resolutiva y consecuente con lo que 
ud. piensa y entiende.
En el plano emocional:
Si han funcionado los planos anteriores, olvídese, no nece-
sita ningún esfuerzo mas, lo natural, lo mas probable, es que
ud. genere las emociones y sentimientos que le hagan sentirse
bien, en relación consigo mismo y lo más probable con los 
demás.
En caso de que ud. perciba importantes distorsiones de sus
emociones o sentimientos, sería un asunto a reflexionar desde
el punto de vista de su salud mental, jamás, núnca, desde la
perspectiva de la inteligencia. Seguro que me dará la razón 
y no a las fanfarronerías de la inteligencia emocional.

¿Queda claro?


gracias por vuestra atencion.












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