jueves, 30 de abril de 2015

                          ¿VIVE USTED ENTRE LA MIERDA?
                                                                              Dr. F. Antonio Bera Bautista
                                                                                              Psicólogo


"Quien no castiga el mal, ordena
que se haga" Leonardo Da Vinci


Recientemente se inauguró en el norte de Italia
el museo de la mierda (se ríe?, pues es verdad),
con finalidades en la industria energética.
Pero es en el conjunto de la sociedad y tal vez
en la propia vida donde mayormente se exponen
y abundan los más variados tipos de "excrementos"
representados entre las miserias y las hambrunas
de tantas personas que se creen que no son pobres
porque tienen medios para vivir "bien", cuando en
realidad sus infelicidades y sufrimientos llegan a
equipararse con las de los más pobres de la tierra.

La escala de valoración social que normalmente se
tiene asumida respecto al estar bien o al estar mal,
no suele corresponderse, rigurosamente, con la rea-
lidad en la que viven muchas personas, puesto que
los criterios de enjuiciamiento pueden llegar a ser
extremistas y superficiales.
En términos generales, si alguien se encuentra bien
de salud, tiene un trabajo, un techo, alimentos, un
entorno social, afectivo, familiar, aceptable, ello 
significa que debe estar bien y de lo contrario que
está mal.
Ciertamente puede ser así, enfocado relativamente
con la carencia de las cosas fundamentales para vi-
vir y las consecuencias de sufrimientos que produce.
Si se mira hacia abajo, donde las condiciones de su-
pervivencia son incompatibles con una vida normal,
o si se mira hacia arriba, donde los criterios de bienes-
tar no deberían ser relativos a lo peor, sino a lo mejor,
sin que se lleguen a tocar los extremos de ambas po-
laridades.
Frecuentemente existen confusiones, desconciertos
respecto a la felicidad de las personas.
¿De qué te quejas si lo tienes todo? salud, gente que
te quiere, trabajo...porque hay quienes no tienen ni
para comer, etc. además, los que tienen mucho tampo-
co son felices, o sea, a callar.

Es muy probable que muchos de los que se quejan,
aún teniendo lo fundamental para vivir, tengan so-
bradas razones para sentirse, con frecuencia, infe-
lices, y las culpas no son suyas, sino del mismísimo
diseño de la naturaleza humana, que está contemplado
para la complejidad, potencialmente perfectible, y 
no completamente para lo simple y lo cotidiano que
exige la supervivencia.
Digamos que con respecto a la línea vertical del po-
tencial de proyecciones contenido en la naturaleza
humana, el concepto de bienestar y de felicidad, se
muestra altamente exigente, y cuando la vida no
transcurre en un cúmulo de vivencias que estimulen
el diseño de ese potencial, quedándose en la super-
ficialidades, es previsible que se produzcan pesadum-
bres, incomprensibles para el que las sufre e injus-
tificables para quienes les rodean.

En un mundo plagado de dificultades, de males, suelen
ahogarse las posibilidades de que una persona empren-
da el camino hacia la conquista de los niveles elevados
de su condición humana, donde se encuentran los me-
jores recursos e incluso las virtudes, capaces de gene-
rar bienestar pero de calidad, ello debido a que gran
parte del tiempo y de las energías se emplean en lograr
tan sólo sobrevivir, o a lo sumo, demarcarse de caer
en la pobreza, en la miseria, de las que se huye frené-
ticamente y a toda costa posible, porque son condicio-
nes consideradas, lógicamente, como devastadoras 
para poder alcanzar el bienestar anhelado.

La creencia del que los pobres son felices, considero
que es una afirmación más romántica y banal que rea-
lista. Los que creen ver sonrisas de felicidad en medio
de las hambrunas y las desnudeces de todo tipo, se
equivocan en su interpretación, puesto que a ellas lo
que subyace es inconsciencia, ignorancia, indiferencia
que bloquean e imposibilitan el desarrollo del potencial
de la propia naturaleza humana, socavando las bases
desde las que se produce la dignidad, el decoro, el 
desarrollo de su destino y las posibilidades reales para
ser felíz.
Por tanto, la miseria, la hambruna, la pobreza, son 
más compatibles con esferas dantescas que con 
la felicidad de cualquier ser humano, de cualquier lu-
gar en donde habite. Porque en realidad son las esfe-
ras más profundas de vivir en la mierda.

Pero tambien este destino puede estar igualmente im-
pedido en las personas  que sí disponen de todo lo
necesario para vivir con comodidades.
¿Y por qué no son felices, si no son pobres?, es que sus
pobrezas son otras, igualmente lacerantes, a diferencia
que estos últimos son pobres de solemnidad, que los
 hacen vivir también entre la mierda, esforzándose días
 tras días en taparlas con un trabajo, con frecuencia humi-
llante, con unos ingresos injustos y hasta miserables,
que tan sólo les permiten saciar deseos y frenar malestares.
Siempre girando en torno al biologísmo, rutinas tediosas,
alternadas con algunas que otras actividades, recrea-
tivas, de ocio, de diversión, muchas de ellas de du-
dosa calidad constructiva.

No serán hambrientos de alimentos, pero tal vez pobres
y miserables, que corroen cada día su espiritu, su men-
te, su inteligencia. Delegitimándo así las condiciones
que le dignifican como persona.
¿cuáles son las maneras por las que se producen estas
cosas y pueden llevar a una persona a vivir entre la
mierda?, veamos: 
El enfoque de las relaciones con los demás se van 
desgastando basadas casi exclusivamente en intereses
mezquinos, normalmente ocultos, egoístas, de conve-
niencia con arreglo a las propias necesidades, que las
empobrecen y las hacen míseras, sin a penas posibi-
lidades de mejorarlas, por la escaséz de tiempo, can-
sancio acomulado después de duras jornadas de traba-
jo que provocan desinterés, desmotivación, y que el
poco tiempo del que se dispone es para sí mismo, y
con frecuencia mal compartido con la pareja, relación
esta en la que se suele poner en evidencia lo peor de
sí mismo, aprovechando el vínculo que produce el
enamoramiento, el "amor", la costumbre del estar juntos,
etc. para explotar y servirse del otro, satisfacer egoís-
mos encubiertos y se les tolere las insolencias.
Procurando que los pequeños momentos fugaces de
instintos y de pasiones, disfrazados de amor, se convier-
tan en razones emocionales fuertes para secuestrar
sutíl y apasionadamente la voluntad y los sentimientos
del otro, para ser expoliados las veces que se quieran,
esgrimiendo razones de amor, sin que falten las son-
risas y algunos que otros detalles para que no quepan du-
das de los buenos sentimientos.

Todo ello muy limitado a que siempre encajen las co-
sas a las reglas implícitas existentes en las relacio-
nes, que sin embargo, ante cualquier dificultad incom-
patibles con los intereses y las reglas, se producen
ofensas, agresividades, irreverencias, discusiones, 
palabras disonantes, rencores, desprecios, desplantes
etc.poniendose así de manifiesto cuales son las ver-
dades que se escondían en el corazón.

Permanecer estancado en una vida superficial, ma-
nipulando, en vez de cultivar, los valores como la
verdad, la justicia, la unidad, la libertad, la paz, la
armonía, mediante el ejercicio de comportamientos
carentes de toda ética y moralidad, justificándose
con razonamientos mentales monótonos, relativos
e inconsistentes, o mediante conductas degradantes
que destruyen los valores de la vida, normas, reglas
o principios afines a ellos.
Atentando así contra el respeto hacia sí mismo y la
dignidad humana, que hacen ahogar la vida de la
persona en mares de mierdas.

Además cultivar hábitos ineficases, obsoletos, de mal
gusto, deteniéndose exclusivamente, por ejemplo, en
estilos musicales en los que reina el vacío creativo,
poético e instrumental, en vez de degustar de las ex-
quisiteces y genialidades de los grandes maestros y
compositores de la música. Desarrollar nuevos inte-
reses y cultivarse intelectualmente en el arte clásico,
tradicional y moderno, asistiendo reflexivamente a
exposiciones, museos de ciencia, antropología, arte,
historia.
Pero pesa mucho una relación consigo mismo con
múltiples carencias educativas, falta de mobilidad
social, impotencias, dependencias, tras las que se
ocultan sentimientos de inferioridad y falta de valía
personal, que contribuyen a convertirse en un ver-
dugo de sí mismo, ofreciendo una amplia cobertura
al miedo, por ejemplo, ejerciendo una ciudadanía
opaca, turbia, indolente, fanática, deficiente en con-
ciencia crítica objetiva y racional, respecto a los
problemas fundamentales de la comunidad.
Contribuir con el voto de complicidad, a que ascien-
dan al poder políticos corruptos, incompetentes y de
más que dudosa credibilidad.

Haber agotado todas las formas de asombro, viviendo
como un convalenciente, pesimista, pesadumbroso, 
creyendo que se tiene la razón para justificarse, en
vez de dialogar, discutir soluciones y encontrar verda-
des que les induzcan a incorporar actitudes de creci-
miento personal. Más bien desconfiar de las intencio-
nes de los demás, siempre pendiente de lo que los otros
no dice, más que lo que dicen realmente.

No disfrutar de las cosas gratas de la vida, música, arte,
paisajes naturales, puesto que el mundo es un lugar
horrible, lleno de pobreza, enfermedades, desvastaciones,
y echar a perder así, cualquier momento de placer.
Estar seducido por la creencia de que cualquier tiempo
pasado fue mejor, porque el pasado es el lugar de opor-
tunidades perdidas, desperdiciadas o ignoradas.

Quejarse y quejarse. Hay que bailar algo negativo en
cualquier situación, y las quejas funcionan como re-
cordatorio valioso que los demás siempre están dis-
puestos a escuchar. Adoptando una identidad negati-
va de sí mismo, tanto física como mental y vivir de
acuerdo a ello, condicionando todos los aspectos de 
la propia existencia.
Si todo falla es culpa de algo  o de alguien, evitando
así toda clase de responsabilidades, puesto que llega-
do el momento de afrontar problemas y situaciones
difíciles, desanimarse, autosaboteandose de sentir la
incapacidad de alcanzar soluciones o lograr metas.
Pero en el fondo, entre todo ello se oculta el miedo
a las decepciones o al fracaso, refugiándose en el pe-
simismo, considerándose una persona realista, y así
nadie le convence para que cambie. Además, de paso,
negar el progreso de la civilización y los que se pro-
ducen en la naturaleza humana.

Guardar profundos resentimientos y rehusar perdonar
a los demás para vivir en la ira, el dolor y el odio.
Resumimos:
Si su vida transcurre en el tedio, la rutina sórdida, la
semi esclavitúd laboral a cambio de sueldo para super-
vivencia biológica y poco más. Reos de: Especuladores,
financieros, a los que les debe hasta el alma, a cambio
de cosas o de una "cueva" de ladrillos. Partidos polí-
ticos, basados en la mentira, la corrupción, con los que
ud. contribuye con su voto. Pareja, que le quiere, siem-
pre y cuando cumpla con sus intereses y exigencias,
secuestrándole la mayor parte de su vida, de su tiempo,
de sus emociones, de sus energías, a cambio de momen-
tos fugaces de placer, compañía y algunas que otras
diversiones. Gente que dicen ser sus amigos, siempre
que ud. sea útil a sus egoísmos. Del impedimento para
una vida cultural, social, que esté representada en la
riqueza educativa y en el de personas y relaciones que
aportan bienestar. De la desidia para el cultivo de una
inteligencia y la conciencia de una ciudadanía militante
en el desprecio de los basureros de instituciones y auto-
ridades públicas, responsables de tantas degradaciones
sociales. De la indisponibilidad y la desmotivación al
acceso activo y reflexivo a los escenarios del refina-
miento cultural, artístico, musical, científico.
De desavenencias, discusiones, conflictos familiares.
De especuladores y explotadores de los valores supre-
mos del espíritu, que los convierten en fanatismos,
espectáculos y pachangueos. Imposibilidad de disponer de tiempo para sí mismo,
puesto que este se evapora en cosas futiles, para la
edificación y puesta de manifiesto de cualidades y
virtudes, en encuentros consigo mismo que favorezcan,
su singularidad como indivíduo, como persona.
Si su vida se enmarca dentro de estas perspectivas, 
entonces, perdone que le diga, es que no caben dudas,
ud. vive entre la mierda, si, así de claro, entre la mierda.

¿o ud. tiene otra manera para decirlo? Si es así, ya sabe,
dígalo, pero a los cuatro vientos, que entonces, más
mierdas les caerán encima.
Vamos, digo yo.



Gracias por vuestra atención.

         
                                                                               

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