viernes, 17 de abril de 2015

SERPIENTES ENTRE PÉTALOS DE ROSAS.-                              ¿QUIÉN TE DIJO TE AMO?

                                                                                           Dr. F. Antonio Bera Bautista
                                                                                                          Psicólogo
     "El mundo no está amenazado
        por las malas personas, sino
        por aquellas que permiten la
        maldad" (Albert Einstein)
                                                         
                                                                                                    

Los vínculos de intimidad tienen gran poder para
conmover emocional y mentalmente. El yo de cada
quien se integra en el tú, originandose el nosotros, puer-
ta de entrada hacia la felicidad, el bienestar, el amor,
o lugar especial para las peores amarguras o grandes
sufrimientos.
Las relaciones sociales, superficiales, limitadas por
las distancias, las conveniencias y la utilidad, no ofrecen
esos riesgos. La conquista del otro no es una finalidad,
más bien gira en torno a la simple aceptación, el rechazo,
etc. en los diferentes niveles en que se interactúa.
No hay una apuesta por el otro, ni un desafío para rom-
per las barreras que separan los vínculos sociales. El
estremecimiento, la conmoción personal no se produce.

Es tan sólo en el poderoso vínculo de la intimidad donde 
es posible que dos personas beban juntas en manantia-
les de alegrías o ardan en volcanes de fuego y desdichas.
La intimidad es donde residen los más preciados valores
personales que caracterizan un ser humano, expuestos
a ser fortalecidos o destruidos, a través de los vínculos
trascendentes que se ofrecen en la familia, en la amistad
y en el amor.
Verdaderos rosales, jardines de nuestras vidas en donde
habitan nuestros sentimientos más nobles y emociones
confortantes. Todo el que desee entrar en el, le pedimos
que lo haga con un ramo de virtudes entre sus manos y
de buenos propósitos, que fortalezcan nuestros senti-
mientos y hagan felices nuestros corazones.
Es lo que esperamos y deseamos de un amigo/a, y más
aún de un gran amor.
Pero hay quienes acceden al jardín de nuestra vida
con rosas, tan sólo rosas, y hay quienes se cuelan con
esas mismas rosas, pero ocultando serpientes entre
sus pétalos. Como si se tratara de un "kamikaze" que
lleva explosivos atados en su cintura para hacerlos
estallar una vez que está dentro.

A quienes esto le sucede, quedan marcados para siem-
pre, heridos en lo más profundo de su ser y hasta heri-
dos de muerte. Pero yo os pregunto, ¿existe alguien
a quién no se le haya colado un "kamikaze" que hizo
estallar en su interior una bomba que pareció ser una
rosa?.Un amigo que en realidad no no era, un amor que
hasta había jurado era de verdad.
Los efectos de este fenómeno suelen ser devastadores,
porque se haya renegado de un compromiso de lealtad,
fidelidad, que debió ser guardado, puesto que se ha 
confiado en esa persona y ha actuado de manera con-
traria a la esperada para dar pié a una traición. 
Una de las traiciones más antigua que jamás se haya
documentado es la de juda iscariote, otra muy famosa,
la de bruto, destacado senador romano y amigo íntimo
de julio cesar que conspiró contra él.

Podemos acceder a la intimidad de forma fraudulenta 
con acciones contrarias a la verdad y la rectitúd, en
perjuicio de alguien.
La supervivencia requiere aprender a confiar en los
demás. Las relaciones de amistad, de amor requieren
alta dosis de confianza. 
Pese a la prudencia y a la prevención, asumimos ries-
gos, aventuras, tomamos decisiones, basándonos en
la confianza que ponemos en los demás, en la vida
misma y en nosotros mismos.
Otra cosa distinta son los resultados, las consecuencias.
Un factor importante para confiar en los demás, es 
la sinceridad, como modo de manifestación sin menti-
ras ni fingimientos. Entonces surge la credibilidad, que
va unida a la verdad, a la capacidad de ser creído,
puesto que el fundamento de la credibilidad es la ho-
nestidad. No es compatible la amistad con la mentira
y la falsedad, puesto que se retira la confianza y a 
continuación la persona. Lo contrario, si somos sin-
ceros, coherentes y respetuosos.

La manipulación de una persona es la degradación
a su propia dignidad, reduciéndolo a ser una cosa.
"Te uso mientras satisfaga mis placeres, mis caprichos
e intenciones ocultas."
Quien parte de esta premisa es un/a pobre miserable,
criminal de los sentimientos, "kamikaze" del corazón
ajeno. Un manipulador/a, explotador/a de sensibili-
dades e ilusiones.
Resulta ser uno de los peores delitos que se comenten
a diario bajo la túnica del amor, con el propósito de 
que el manipulado no se percate de las verdaderas
intenciones del manipulador.
Se juega con las verdades, valores, e incluso hasta
muchos de estos se demuestran para conseguir la
máxima distracción de la víctima, que con frecuencia
se le ve aturdida por la duda cuando pretende esca-
par del manipulador, quien, tal vez, le ha jurado amor
y respeto, para que no consiga deshacerse de él.

Para ello se muestra extraordinariamente hábil para
manipular las palabras que seduzcan la inteligencia
y la voluntad, la sexualidad, como falsa demostración
de amor verdadero y los valores fundamentales para
demostrar falsamente nobleza y buenas intenciones.
Con todo ello se consigue arrebatar las fibras más
íntimas de un ser humano.
La intimidad da un amplio cobijo a la confianza en 
el otro bajo la creencia de la seguridad, la firme 
esperanza de que las actuaciones sean consecuentes
con lo que esperamos y luego no sea así, predispo-
niéndose con ello al derribo de algo hermoso que
se había levantado en el interior vinculado a esa per-
sona, originandose así el defraudamiento, es decir,
la pérdida de confianza, de la esperanza que ha sido
violada. O bien una mentira, que implica un engaño
intencionado y consciente, sea a través de actos de
mentira como fingir o simular, o utilizando el acto
más grande de mentir que es la calumnia, imputación
de falsedades como forma de injuria y difamación 
que dañan la reputación personal, en deshonra, des-
crédito o menosprecio.

También aquella mentira tóxica, mediante el fingi-
miento de cualidades o sentimientos contrarios a
los que verdaderamente se poseen. Dando opción
a la falsedad, que es falta de verdad o autenticidad,
lo que se opone a la verdad.
Hemos podido confiar en cualidades reales y demos-
tradas, pero estas fueron interrumpidas, desplazadas
por la acción de defectos dañinos o hirientes, entonces
se produce así la decepción, que sucede cuando una
verdad se rompe, se destruye, una verdad que de
repente no es. El impacto es terrible y sus efectos son
muy dolorosos. Puesto que teníamos una certeza y
no cabía la más remota posibilidad que dejara de ser 
y de repente no es. Un amor una amistad que sí fué
verdadera y deja de serlo. A diferencia de una desi-
lusión , que se sufre sobre algo que no existía, sobre
una fantasía. Las ilusiones crecen solas y las certezas
no crecen solas. Las desilusiones pueden ser nece-
sarias, las decepciones jamás son necesarias.
Las decepciones apartan el suelo bajo los piés.

Cuando destrozas una certeza que otro tenía sobre ti
y que tú habías asumido como propia, o cuando des-
cubres que no eres como pensabas, que eres peor
de lo que creias, entonces te decepcionas a tí mismo,
ello no es desilusión.
Decepcionarte a tí mismo es entrar en el foso de la
desesperación, y sólo saldrás si alguien que te apre-
cia mucho, que sobrevive a tus decepciones, te
ayude. Pero si la intimidad ha sido violada, no por
certeza, no por medio de mentiras, entonces no ten-
drás que desilusionarte, sino, desengañarte ante todo.
Que consiste en salir del error, del engaño en que
te encuentras. Dejar de creer en ese algo que como 
argumento ha oscurecido tu mente y bloqueado la
razón.

También se puede acceder a la intimidad fingiendo
virtudes, sentimientos, cualidades que no se tienen,
y es cuando se es víctima de la hipocresía. De hecho,
la palabra deriva del griego hipocrités, que significa
actor o actríz. O sea, que una persona con grandes
capacidades de simular, de disfrazarse, para mostrar
solo aquello que desea se vea, y al mismo tiempo
ocultar aquello que no quiere sea conocido, sus in-
tenciones y verdadera personalidad.

Entonces, ¿quién te susurró al oído te amo?

¿La mentira? ¿La hipocresía? ¿La traición?
¿El engaño? ¿La falsedad?

Posiblemente a cada quien una diferente, o varias 
de ellas. Piense Ud...y...¿quién accedió a su inti-
midad con un ramo de rosas entre sus manos
que dentro llevaban ocultas serpientes entre sus
pétalos? Serpientes...si..tan sólo eso...¡serpientes!



Gracias por vuestra atención

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