miércoles, 6 de noviembre de 2013

                    EL ESPLENDOR DE LA VERDAD.-
                                                     Dr.F.ANTONIO BERA BAUTISTA
                                                                                                     PSICÓLOGO

                  "LA VERDAD PUEDE SER ECLIPSADA,
                   PERO NUNCA SE EXTINGUE"
                   (Tito Livio, historiador Romano, 59 ac 17 dc)

     
"Conocereis la verdad y la verdad os hará libres."
Está muy bién esta frase, a todos nos gusta. Pero el proceso que re-
quiere la incorporación de lo que en ella se promete, su formulación
sería diferente. Es lógico que una persona cargada de prejuicios, creencias inamovibles, preconceptos, pensamientos equivocados, incluso acertados, pero asumidos con altos índices de intransigen-
cias, tendrá serias dificultades para enfrentarse a la verdad, peor aún, cuando la persona se convierte en un compromisario de tipo político, religioso o de cualquier referente seccionador de la inteligencia y del espíritu; de derechas, de izquierdas, de centro, evangelico, testigo de,adventis, musul, cienciólogos, mormón y centenares más. Sea cual sea la ventana elegida para asomarse a la realidad, en el momento en que esto se produce, ya la persona se sitúa detrás de 
unos barrotes, que lo van convirtiendo en la celda de un prisionero de sí mismo, con el que sólo nos entendemos si nos asomamos a sus
enrejados, y él a su vez tan sólo  reconocerá como verdadero todo lo que se mueva en el espacio de sus límites.
Una mente compulsiva para ver, entender, aquellas cosas que justifiquen los dictámenes de sus intereses, de sus creencias, de sus pasiones, se va estrechando, estrangulada entre los barrotes de las falacias, de los delirios, de las mentiras. Incapacitada para decir las cosas como son, afirmar lo que es y negar lo que no es, y convertirse de ese modo en prostíbulo de falsedades, de las que suelen dar muy buena cuenta de ello, los fanatismos religiosos, políticos, ideológicos, nacionalistas, etc. Todos ellos proclives a las idolatrías, deformando, adulterando, a diestra y siniestra todo cuanto acontece para dotar de razones sus postulados, y de rentabilidad sus ambiciones.

Es el escenario perfecto para hombres enfermizos que arrastran tras de sí masas enardecidas para cometer sus peores barbaries, vociferando a los cuatro vientos ser poseedores de la verdad, bién porque ellos lo dicen o porque lo dice uno de sus ídolos o porque ya está escrita en alguna parte.
No existe ningún hombre sobre la tierra que represente la verdad, ninguno, si, como lo oye, nin-gu-no. El es tan sólo un abanderado de su miseria y de su propia mezquindad. Con la diferencia de que unos se van revolcando en ella y otros sacan la cabeza para hacer arte, ciencia, literatura, música, pero ninguno queda exento de esa condición que les une a todos por igual.

Es muy ilustrativa la escena que se produce a comienzo del siglo I:
Jesucristo se presenta a sí mismo afirmando ser la verdad. Poncio Pilato, prefecto de la provincia romana de judea, le pregunta a jesucristo antes de condenarlo a muerte:¿qué es la verdad? Esta pregunta dirigida hacia aquél que de sí mismo decía: "yo soy la verdad", y El que por ser la verdad, callado, le devuelve a Pilato su pregunta: ¿quién eres tú Pilato, frente a mí, frente a la verdad?
Medite ud., por favor, la escena, es enorme.
El de la cruz a cuesta, era, según el cristianismo, la encarnación de la verdad, esto es, del mismísimo universo. Créalo ud. o no, pero en cualquier caso no nos consideremos con ninguna autoridad para dudarlo o negarlo.
La verdad, ni es política, ni es filosófica, ni es religiosa, ni es científica, son hechos, no sus explicaciones. La verdad es la verdad y esta se manifiesta con todo su vigor en la realidad misma.
Entonces, la frase con que empezabamos este artículo preferiría formularla así: "Sed libres y la libertad os hará ver la verdad".
Aquél, el de la cruz a cuesta, creo que estaría de acuerdo conmigo, que la verdad tan sólo se desnuda delante de la libertad.

El mundo en que vivimos, la tierra, es minúsculo comparado con el universo. Formamos parte de un sistema solar, perdido en un brazo de una galaxia que tiene cien mil millones de estrellas, pero sólo es una entre los centenares de miles de millones de galaxias que forman el universo. Imaginese ud. nuestra pequeñéz.
Quién fué primero, ¿el hombre o el universo? El universo, lógicamente, ¿no? ¿ o es posible imaginarse al hombre sin el universo? pero sí es posible concebir el universo sin el hombre.
Primero el escenario de la vida y luego toda las clases de vidas.
Si el hombre no ha podido ser el creador del universo, es el universo el que ha creado al hombre. Por lo tanto, este está y siempre estará sometido al universo, al imperativo de sus leyes.Su vida, su permanencia en el, dependen absolutamente de su medio, de la atmósfera, del sol, de los alimentos de la tierra, del agua, del oxígeno. El universo acoge, sostiene, desarrolla la vida y acaba con la vida del hombre pasado un tiempo. Con lo que el hombre es dependiente, vulnerable y efímero dentro del universo.
Tan sólo un invitado a participar en la celebración de la fiesta de la
vida. Como tal invitado, obligado a cumplir con las condiciones que les impone su anfitrión para que pueda alargar lo más y lo mejor posible su presencia en la vida, de lo contrario esta se abrevia, se destruye antes de lo que cabe esperar.
Si el invitado "se porta bién", tendrá más probabilidad de permanecer mucho tiempo, y si "se porta mal", el universo lo enferma y lo excluye de la vida mediante la muerte. Imponiéndole, así, su supremacía, su autoridad absoluta, quedándo el hombre como un ser frágil, dependiente, vulnerable, sometido al imperativo de sus leyes.
Entonces, ¿cuál es el poder del hombre?
Tan sólo el que pueda ejercer sobre los demás que le rodean a través de los mecanismos de los que él se ha dotado para destruir la vida [las armas], para someter y doblegar la voluntad de los demás
[las finanzas], para luchar, limitadamente, contra los agentes que amenacen el equilibrio de su salud [la medicina], para explicar y dominar,también limitadamente, las fuerzas de la naturaleza y las distintas adversidades que proceden del medio y que amenacen su supervivencia [la ciencia], y finalmente todos los recursos, medios, instrumentos, sistemas, herramientas, artilugios, con los que el hombre actúa sobre el medio para hacer la vida más fácil y cómoda
(la tecnología), y poco más. Infinitamente más pequeños que los poderes que el universo ejerce sobre él. Pobre hombre.

Entonces, ¿qué sentido y que valor tienen sus soberbias, prepotencias, respecto a sus ciencias, a sus tecnologías, sus religiones? absolutamente ninguno, salvo el sentido que adquiere en la estupidéz.
La vida del hombre con respecto al universo, sencillamente paupérrima. Condición inapelable que le exime de cualquiera modalidad de reverencia, endiosamiento, que vaya más allá del respeto, la gratitúd por todo lo bueno que haga para la paz, la convi-
vencia y el bién común.
Por lo que una actitúd de encumbramiento hacia no se sabe dónde ni por qué, sería intrínsecamente absurda, incompatible con las leyes (las verdades) que rigen la vida, implica incurrir en una falsedad (véase los llamados apóstoles, reverendos, profetas, caudillos, poseedores de poderes absolutos, y demás legiones de deflagradores de la verdad). Puesto que el hombre ensalsado pretende pasar por objeto original, imitándolo, atribuyéndose cualidades o poderes que tan sólo son atribuibles al universo, que es la totalidad del espacio y del tiempo, de todas las formas de la materia, la energía y el impulso, las leyes y constantes físicas que lo gobiernan.
Pero además de falsedad, es hipocresía, porque fingen cualidades 
o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se poseen,
Así que el hombre es lo que es y comparte inexorablemente las limitaciones que les imponen su condición humana con todos los que le rodean, sean estos héroes o villanos.
Si el universo es verdad absoluta e inmutable, en cuanto a la supremacía sobre el hombre, que núnca puede adornar la verdad absoluta, tan sólo es de su competencia la búsqueda y el conocimiento (siempre limitado como él) de la verdad, ni tan siquiera cuestionarla, cuando esta le desborda a todas luces. La que se manifiesta en las leyes de la naturaleza, la que explica firme y objetivamente las modalidades de funcionamiento de la vida misma en los múltiples escenarios, de manera perfecta e inmutable. La salida del sol, la muerte, las estaciones climáticas, la hora, la redondéz de la tierra, los bioelementos necesarios para la vida: carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno, los pequeños detalles como la unión del polen del estambre con el óvulo del pistilo que formará la semilla y su proceso de germinación para dar lugar a una nueva planta, mediante los condicionantes básicos para su desarrollo, temperatura, agua, oxígeno y sales minerales. 
Son verdades que no admiten argumentaciones, ni negación, ni relativismos, son independientes de lo que se piense o cualquier tipo de perspectivas desde la que se mire." Porque la verdad es lo que es y sigue siendo verdad aúnque se piense al revés".
Así con Aristóteles: "La única verdad es la realidad".
La falsedad describe la falta de verdad o autenticidad de un objeto o indivíduo, y la mentira, la tergiversación de la realidad de manera parcial o absoluta.
Como vemos, estamos rodeados más que de falsos y mentirosos.
Para el hebreo el término "emunah"significa confianza y fidelidad.
Las cosas son verdaderas cuando son fiables, fieles, porque cumplen lo que ofrecen.
Me pregunto, ¿no es únicamente el universo una emunah? ¿ o es el hombre la emunah del universo? ¿Ud. qué cree? 
"La fé en la verdad  es un hecho radical de la condición humana", ¿cree ud. que con esta frase, Ortega se refería a la fé de un hombre hacia otro hombre? Para San Agustín existía sólo una ley en torno a la cual se puede juzgar todas las cosas de conformidad con ella. Esa única ley a la que se refería San Agustín, ¿no cree ud. que es el eje que fundamenta la vida en el universo? ¿o es alguna de las leyes de la que crea el hombre?
Uno de los ejes fundamentales de la filosofía ha sido la distinción entre apariencia y realidad, aspecto central  en las reflexiones de los primeros pensadores, los conocidos como presocráticos, precursores de la ciencia moderna.
El principio unificador de los fenómenos y que está en la base de todas las transformaciones de las cosas, ellos le llamaban el Arkché de las cosas.
Demócrito, considerado como filósofo presocrático del siglo 470 a 370 a.c., fué el primero en afirmar que la materia está compuesta por átomos, y Dalton en 1803, afirmó que todos los elementos que se conocen están constituídos por átomos.
Los pensadores presocráticos comienzan preguntándose por el Arkché de las cosas, es decir, la posibilidad de que toda la realidad estuviera contituída en el fondo por una sustancia básica. Para Tales de Mileto el arkché es el agua ( ya sabemos que el 75% del cuerpo es agua), para Amaximandro, lo infinito o indefinido es el Arkché de todas las cosas, de la realidad (hoy se dice que el 90% del universo es materia oscura, es decir, que no podemos ver). 
Para heráclito, el fuego y que todo estaba en constante movimiento (las pequeñísimas partículas que forman la materia, los átomos, están en constante movimiento).
Por esto y por mucho más, Platón decía que las cosas que nos rodean son simples reflejos de la verdadera realidad, y Aristóteles , que la realidad sensible no es un hecho superficial, aparente o fenoménico, sino la manifestación de algo que tiene verdadera existencia y que puede ser penetrado por el conocimiento a fin de descrubrir su esencia, partiendo de la realidad, desde la experiencia a la razón (fundamento de la ciencia moderna).
Esta manifestación de algo que tiene verdadera existencia, a lo que se refería Aristóteles, y que podría ser accesible al conocimiento, es todo aquello que se forma a partir de átomos o moléculas, como estructuras formadas por la unión de dos o más átomos que comparten electrones, ya sea sólido, líquido o gaseoso. La piedra, la madera, el plático, el vidrio, el agua, el aire, es decir, todo cuanto tocamos y vemos. Así que los átomos se unen y forman las moléculas y las moléculas se unen para formar sustancias. Fijaos por qué cito esto, las cosas esenciales que ocurren en el mundo microscópico, allí en la esencia verdadera de las cosas, chispa de la vida, son orden, unión(equilibrio) e interacción. De ahí parte todo, esa única ley a la que se refería probablemente San Agustín.
El esplendor de la verdad,consiste en cumplir con esa única ley para vivir en sincronía con el universo, con Ud. mismo, y en unión (equilibrio) con lo que le rodea, tal como comparecen esos fenómenos de la vida, y "todo lo obtendrá por añadidura."

No necesita ud. más que eso para ser un Ser humano en el que el universo se digne de ud. Le aseguro que le sobran los agoreros y autoproclamados conductores de la vida de los demás, que en el momento que así se consideran, se convierten en representantes de las tinieblas, de la falsedad, del engaño, de la mentira. Aborrecidos por la verdad, que se refugian en la ignorancia, en la nobleza de la gente para seguir en la impunidad. 

Se dice, que un gran sabio recibió a una persona angustiada, desesperada, y le preguntó al sabio qué podía hacer para sentirse tranquilo y en paz, el sabio, muy sereno, escuetamente le respondió: "abre los ojos y mira", ¿tan sólo eso? , si, tan sólo eso basta._ 

Sea pues, valiente, huya de todas las religiones y sus jefes, corruptores de los cuatro manantiales sagrados recogidos en la "carta magna de la humanidad", donde todos ellos se ahogan, amborrachan y envenenan.
Desde la virtúd, empuñe la antorcha de la libertad la que ilumina todas las sendas del universo y enciende una por una las estrellas de sus galaxias, alfa y omega, testigo incuestionable de la única gloria que existe, sol inmenso, deslumbrante, resplandeciente...¡esplendor de la verdad!

Gracias por vuestra atención.



                                                               

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